Así somos, pueblo de Dios que cosecha restauración para dar promesa a tu familia



Por Hna. Ruth Colón


Lectura bíblica: Deuteronomio 11:18-24

Para cosechar restauración es necesario haber sembrado la semilla de la fe, la esperanza y el amor. Pero para poder sembrar estos tres, es necesario conocer, entender y vivir las buenas nuevas de salvación.

Podríamos resumir el pasaje bíblico de hoy en tres pasos: conocer la ley de Dios y observarla; enseñar la ley de Dios; recibir las promesas de bendición como recompensa.

En los versículos anteriores al pasaje que sirve de base a esta reflexión, el Señor instruye a su pueblo a amarle y a guardar sus mandamientos. Para poder amar a Dios y guardar sus mandamientos hay que conocerlo, aceptarlo, reconocerlo como el Señor de nuestras vidas y vivir en obediencia.

Otra instrucción que Dios da a su pueblo es: “Grábense estas palabras en el corazón y en la mente; átenlas en su mano como un signo, y llévenlas en su frente como una marca. Enséñenlas a sus hijos y repítanselas cuando estén en su casa y cuando anden por el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten”.

¿Por qué Dios les manda a tener sus palabras en su corazón y atadas en su mano y en su frente?

El Pueblo de Dios debía tener presentes en todo momento la ley y vivir conforme a los mandamientos. Atesorar en el corazón los mandamientos producía bien y era bendición para la persona. También servía como testimonio de fidelidad porque era evidencia pública de un pueblo que sigue los decretos de su Dios y no se avergüenza de ellos. Igualmente preservaba la tradición para las generaciones por venir. Era necesario enseñarla porque la responsabilidad de la instrucción era de los padres. Como la enseñanza era oral porque no existían libros de texto ni otros medios con los cuales hoy contamos, era necesario preservar fielmente los mandamientos para que no fueran distorsionados. Por lo tanto, la persona que atesora en su corazón el amor de Dios y sus mandamientos, debe ser una persona devota, compasiva, respetuosa, vertical y digna de ser imitada.

¿Por qué el pueblo cristiano tiene que guardar la ley pero no tiene que atarla en su mano o en su frente, o ponerla en el dintel de su puerta? En sus enseñanzas, Jesús estableció que él no vino a abrogar la ley sino a cumplirla. Además, nos dio una ley suprema que es el amor. Esa ley él la talla en el corazón del ser humano y se vive en la relación que mantenemos con él, con nuestros semejantes y con el resto de la creación cada día. Son las vivencias diarias con los tuyos lo que permite establecer unas relaciones familiares saludables que pasen de generación en generación. Como parte de esa relación transmitimos conocimientos y vivencias cristianas.

Cuando ponemos nuestros planes en manos de Dios, podemos testimoniar a otros las bendiciones que Dios nos da, aún en los momentos más difíciles. De esa forma pueden conocer que Dios es fiel y siempre cumple sus promesas.

Quiero hacerme eco del artículo Hablemos de la espiritualidad en la familia, escrito por el Pastor General, Rvdo. Edward Rivera Santiago, reproducido en el boletín Semillas de Esperanza de mayo de 2008. Entre otras cosas, señala el Rvdo. Rivera Santiago la necesidad de hacernos conscientes de la presencia de Dios en la familia. Además, nos invita a desarrollar conciencia de que somos parte importante de una familia, a cultivar la espiritualidad para armonizar, compartir y comunicar lo mejor de nosotros para enriquecer el hogar. Nos llama a “comprometernos primeramente con Dios y con nuestra amada tierra para ir generando familias más sólidas y sanas”.

Si logramos esto podremos afirmar que atesorando en nuestro corazón la ley de Dios podremos como pueblo cosechar restauración para nuestras familias, nuestro país, y el Pueblo de Dios.

English Summary:

WE ARE GOD’S PEOPLE WHO REAP PROMISE OF RESTORATION OF THE FAMILY (Deuteronomy 11:18-24)

To be able to reap restoration, it is necessary before to plant the seeds of faith, hope and love. And to be able to plant these three, it is necessary to know, to understand and to live accordingly with the good news of salvation.

Today’s scripture’s passage focuses on three principal steps in the process of living according to God’s law: to know and observe God’s law, to teach God’s law, and to receive God’s promises of blessings as a reward.

If have the desire to love God and keep his commandments, we need to know him first, accept him, live in obedience, and recognize him as the Lord of our lives.

The people of God in the Bible had to keep and teach his law every moment, and live according to his commandments. They discovered that when they treasured God’s sayings, this action develops in a sense of wellbeing and blessings.

In his teachings, Jesus established that he came not to abrogate law, but to accomplish it. He taught us that the supreme law is love. And this law is the only one that can stay deep into our hearts to help us maintain our relationship with Him, with our neighbors, our families, and all other creatures.

When we put our plans in God’s hands, we can be able to testify of God’s blessings and the way He keeps his promises.

I would like to refer for a moment to Rev. Edward Rivera’s article “Talking about spirituality in the family”. Among other things, Rev. Rivera emphasizes in the need of being aware of God’s presence in the family. He invites us to develop spiritual skills to share and communicate with all members of our families.

Accomplishing these goals and treasuring God’s sayings and promises in our hearts will mean that we will be able to reap restoration of our families, our country, and the people of God.