Somos pueblo de Dios que cosecha espiritualidad para ser piedras vivas


Por Rvdo. Carlos Cardona
Pastor

Pasaje bíblico: I Pedro 2:2-10

En los edificios, la piedra angular o fundamental es la más significativa y, generalmente, es la primera que se coloca en una ceremonia especial. En la antigüedad esta piedra era comparada con el fundamento que sostenía los valores y principios de una persona.

En Isaías 28:16-17a, el profeta escribe: “¡Yo pongo en Sión una piedra probada!, piedra angular y preciosa para un cimiento firme; el que confíe no andará desorientado. Pondré como nivel la justicia, y la rectitud como plomada”. Quien construye sobre este fundamento encuentra la vida en las normas y medidas de Dios.

Somos pueblo de Dios que cosecha espiritualidad para una vida abundante


Por Rvdo. Carlos Cardona
Pastor

Pasaje bíblico: Juan 10: 10

Esta semana, en un programa televisivo, entrevistaron a una joven mujer invidente, sordo – muda, y sin el sentido del gusto. Miraba la entrevista y me preguntaba cómo podía esta mujer contestar y comunicarse solamente tocando las manos de su guía.

¿Cómo reaccionaríamos nosotros ante estas limitaciones? En lugar de compadecerse, seguía estudios universitarios, convirtiéndose en la primera persona que, a pesar de tener todas estas limitaciones, logra comunicarse y superarse en estudios universitarios. La ausencia de los cinco sentidos no impide a esta joven mujer disfrutar de una vida abundante.

Y a ti, ¿qué te impide disfrutar una vida abundante? ¿Cuáles son las señales de una vida abundante?

Lo primero es identificar correctamente nuestro pensamiento. El texto bíblico señala que el ladrón sólo viene para hurtar lo que es de valor. Si el enemigo logra arrebatarte el pensamiento, dejará tu mente en desorden.

Si pensamos de manera equivocada, viviremos de la misma manera. Por el contrario, si queremos vivir de manera correcta y experimentar la abundante vida en Cristo, entonces debemos pensar de esa misma manera. Si cambiamos nuestra manera de pensar, podemos cambiar nuestra vida. Piensa en algo agradable y maravilloso y esos pensamientos te elevarán con poder.

Consideremos por un momento tres pasos para una vida abundante:

Primer paso: Reconoce el poder de los pensamientos.

El ladrón viene a robar tus buenos pensamientos, te invade con el pesimismo y la ansiedad.

Proverbios 23:7 dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. En otras palabras, nos convertimos en las cosas que pensamos. Lo que pensamos influye en lo que nos convertiremos. Piensa pobremente de tu persona y empobrecerás. Piensa en lo importante que eres para Dios y tu vida estará confiada.

Isaías 26:3 dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado”. La paz y el gozo involucran tanto al corazón como la mente. El salmista expresa en Salmos 4:8 “En paz me acostaré y así mismo dormiré; porque sólo Tu, Jehová, me haces vivir confiado”. Cuando pensamos de manera equivocada vivimos mal.

Segundo paso: Cultiva el pensamiento.

En su carta a los Filipenses, Pablo presenta seis pautas para cultivar el pensamiento para una vida abundante. Señala en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

Pablo establece un sistema de purificación para el pensamiento, una herramienta para examinar cada pensamiento y determinar lo que vale la pena retener para una vida abundante. Siembra este filtro y descarta lo impuro que asaltó tu mente como ladrón que quiere robar lo que Dios está haciendo en ti.

Tercer paso: Renueva el pensamiento

Pablo escribe a los romanos (Romanos 12:2): “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, mas bien transfórmense por la renovación de su mente”.

Hoy somos asediados por propagandas, planes que nos roban la libertad de una vida abundante y nos quitan el pensamiento. El Señor espera de nosotros que adquiramos nuevos criterios y una visión nueva para una vida abundante en Jesús el Cristo. Espera que llenemos nuestra mente con su verdad.

Dios te invita a un renovar un pensamiento verdadero, genuino, auténtico y sincero. Capacita tu mente para que sólo pienses en lo que es sincero y verdadero.

El enemigo busca robar la verdad, te presenta la oportunidad de tapar tus pensamientos. Se introduce en nuestra mente con falsedad y nos guía hacia la mentira, hacia la falsedad de lo impuro. Quita el entusiasmo, la alegría de vivir, la fuerza de lucha.

Cuando llenamos la mente con la verdad, el Espíritu Santo nos permite comprenderla. La situación por la que estás pasando en esta hora es la gran oportunidad para descubrir las grietas de tu mente que están tapando tu verdad.

Tu verdad es que estás atribulado pero no abatido, perplejo pero no desesperado, perseguido pero no abandonado, derribado pero no destruido.

El Espíritu Santo puede llenar tu mente de nuevos pensamientos para alcanzar la plenitud de vida. Levanta tu mente del lugar donde se atormenta a causa de las debilidades.

¡Se justo contigo mismo! Presenta tus proyectos del corazón a Dios sinceramente. Preséntale a Dios tus grietas. Echa fuera la basura. No te contentes sólo con escuchar o leer la palabra, ponla en acción en ti. Es hora de presentar a Dios tus grietas y poner en práctica la manera correcta de pensar acerca de tus posibilidades en Cristo.

Somos pueblo de Dios que celebra el fruto del Espíritu que es amor


Por Hna. Ruth Colón

Lectura bíblica: Efesios 4: 11-16

Escuchar la palabra accidente evoca en uno pensamientos negativos. El diccionario define accidente como un suceso eventual, que altera el curso regular de las cosa. Filosóficamente hablando es algo que no existe por sí mismo, que no tiene naturaleza propia, que no tiene sustancia o esencia. Por consiguiente, cuando le dicen a alguien “tú has sido un accidente en mi vida”, lo que tratan es de menospreciar a esa otra persona y desvalorizarla como ser humano.

Si alguna vez alguien te ha hecho sentir de esa manera o tu autoestima se encuentra menoscabada, quiero decirte que tú no eres un accidente. Dios te concibió con un propósito y el Señor lo cumplirá. Puede ser que tú hayas vagado por esta vida con un propósito en mente, que hayas tenido metas y sueños o sencillamente hayas vegetado, sin rumbo y sin esperanza. Pero estás aquí porque a Dios le plació llamarte y por eso hoy el pueblo de Dios celebra.

Todos los seres humanos son criatura de Dios, porque son parte de su creación, y por ese nacimiento son parte de la familia humana. Ahora, sólo son hijos de Dios, y pertenecen a la familia de Dios, aquéllos que han nacido de nuevo al aceptar a Jesús, como su salvador.

¿Por qué Dios te ha llamado? Sencillo, porque te ama. Esto puede ser difícil de captar, pero es confiable. Tú eres especial para Dios, porque eres parte de un plan divino. Es importante conocer cuál es ese propósito de Dios contigo para que tus metas y sueños estén en la misma frecuencia de Dios. Un trozo de la poesía de Russell Kelfer lee: “Eres quien eres por una razón, la vara del Maestro te formó, eres quien eres, por amor, la verdad ¡hay un Dios!”

Por eso, como pueblo de Dios, celebramos el fruto del espíritu que es amor.

¿Para qué te ha llamado Dios? Ya hemos dicho que Dios tiene un propósito contigo, aún cuando tú no tengas claro cuál es. Dios está trabajando en el mundo 24/7. Cierto que hemos aprendido que en seis días Dios hizo todas las cosas y el séptimo día descansó. También hemos aprendido que uno de los mandamientos es que guardemos el día de reposo. Dios es sabio y reconoce que el ser humano tiene que descansar. Pero como todos no descansamos a la vez, Dios puede trabajar 24/7gracias a todos los colaboradores que tiene.

Y para eso te ha llamado Dios, para ser integrante no sólo de su familia, sino también para ser parte de su equipo de trabajo. Para ello Dios tiene un “patrón de personal”, o lo que en inglés se conoce como un “staffing pattern”. Pablo nos deja saber cuáles son algunos de esos trabajos que Dios ha incluido en su plantilla organizacional. En Efesios 4:11-13 leemos, “constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…” Recordemos que esa organización correspondía a los tiempos en que la iglesia se desarrollaba.

Toda organización que permanece en el mundo competitivo en que vivimos tiene que evolucionar para llenar las necesidades de la población a la que sirve. La Iglesia como organización no es diferente. Así que la plantilla de la Organización Celestial ha ido desarrollándose para atender a los necesitados y por eso requiere de obreros que suplan distintos tipos de servicios, pero todos son igualmente importantes. En tu hoja de deberes como cristiano tienes un ministerio y una misión. El ministerio es el servicio que prestas a los creyentes y tu misión es el servicio que ofreces a los no creyentes.

Diversas versiones bíblicas sustituyen la palabra “constituyó” en el pasaje bíblico por “le dio capacidades” (Versión de Lenguaje Sencillo), “¿Dónde están sus dones?” (Versión Latinoamericana). Esto implica que Dios te ha dado unas capacidades, unas destrezas, unos conocimientos y unos dones para que los pongas al servicio de Dios y de tus semejantes. Si perteneces a la familia de Dios y a su empresa, el servicio es obligatorio y no tienes opción. Claro, Dios te ha dado libertad para decidir, por lo que te puedes convertir en un desobediente, o hasta en un desertor…pero eso tiene consecuencias negativas, las cuales te garantizo que ninguno desearía experimentar.

El apóstol Pablo concluye el pasaje señalando que: “Cristo es quien va uniendo a cada miembro de la iglesia, según sus funciones, y hace que cada uno trabaje en armonía, para que la iglesia vaya creciendo y cobrando más fuerza por causa del amor”.

Comenzamos diciendo que Dios nos llamó porque nos ama, porque Dios es amor. Si nosotros somos hechos a imagen y semejanza de Dios, entonces el amor es una parte característica de nuestro ser. El amor es el hilo conductor que nos une como familia y como parte de la empresa de Dios. Por eso, como pueblo de Dios, celebramos el fruto del Espíritu que es amor, para que la obra aquí en Villa Andalucía siga creciendo.

Somos pueblo de Dios que cosecha restauración emocional



Por Rvdo. Carlos A. Cardona
Pastor

Lectura bíblica: Job 29:1-20

Introducción

En el proceso de la limpieza de nuestras casas hacemos hallazgos que nos sorprenden. Así mismo, cuando reordenamos nuestros pensamientos, hacemos hallazgos importantes.

Tengo en mis manos una raíz que puede estar guardada por algún tiempo. A veces pensamos que las raíces están muertas y que no volverán a salir o a retoñar. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, vuelven a mostrar signos de vida.

En ocasiones nuestro baúl está lleno de raíces diversas: tristeza intensa, ansiedad, desmotivación, aislamiento social, baja auto estima, negativismo, insatisfacción, rigidez emocional y espiritual.

En algunos momentos de nuestras vidas, podemos pasar por alto las raíces que guardamos y moverlas de un lado a otro viviendo con el baúl a cuestas. Job luchó contra una tristeza intensa en su interior, libró una batalla campal que lo llevó a experimentar el sentimiento de abandono.

Job se considera abandonado de todos y habla consigo mismo. En su monólogo analiza su experiencia comparando su pasado glorioso con su miseria presente para someterse a un examen de conciencia. Hace memoria de sus días buenos, cuando era considerado por todos como una persona próspera. Piensa en los momentos en que todos lo admiraban y se sentía bien consigo mismo.

Cuando las cosas marchan de manera contraria al trabajo que realizamos y el fruto escasea, caemos en el foco de tension, sufrimos una transformación en la manera de ver las cosas.

La cultura influye en nuestras emociones: la sub- cultura familiar influye en el manejo de nuestras emociones. Se establecen pautas ante situaciones específicas. Las emociones y la fe entran en conflicto.

Job fue un hombre cabal y recto, temía a Dios y se apartaba del mal. No fue perfecto como nos presenta el relato poético de su existencia y su lucha contra las trivialidades de la vida.

Job enfrentó a los amigos que le aconsejan. Emocionalmente enfrentó una batalla sin igual; desafió lo lógico con lo ilógico y se mantuvo firme a pesar de los vaivenes de la vida. Sufrió una enfermedad que destruyó su cuerpo aunque su pensamiento y razón quedaron intactos.

Recientemente, una situación similar vivió la ex rehén colombiana Ingrid Betancourt antes de ser liberada. En la selva colombiana había sufrido una transformación emocional y espiritual. Enfrentó la pérdida de sus hijos e hijas, perdió su fortuna, sus amigos y la comunidad la juzgaron mal, su cónyuge entra en un trato hostil.

El testimonio de Ingrid Betancourt, así como el de Job, es impresionante. El temor a Dios era la fuerza de sus vida. Su piedad no se limitaba a determinados sectores de la vida. Por el contrario, la piedad dominaba todo su ser.

Dios llamó a Job “mi siervo”…. En su crisis emocional descubrió que Dios es la fuerza determinante para lograr salir adelante.

La ansiedad y la desmotivación, dardos del enemigo de Dios

Job luchó contra las fuerzas malignas que buscan quitar la paz interior y llenarnos de ansiedad y desmotivación. El maligno ofrece el traje de la desmotivación sutilmente y lo coloca frente a nuestra mirada para que optemos por él. Convierte nuestro pensamiento en un recipiente de basura de las miserias existenciales.

La pérdida de la familia es un golpe emocional demasiado fuerte. La ansiedad se convierte en incertidumbre. Lloramos en momentos cuando deberíamos estar alegres. El pensamiento se diluye robándonos el tiempo precioso de Dios para ponernos de pie con su ayuda y su poder.

Cuando atravesamos momentos difíciles los amigos buscan respuestas a nuestra situación, justifican o condenan el resultado de nuestro presente. Esa sensación nos crea ansiedad y nos hace experimentar soledad y desmotivación por las cosas de la vida.

En milésimas de segundos entramos en los laberintos de la memoria, y en medio de billones de opciones, construimos cadenas de pensamientos negativos. Damos respuestas contrarias a Dios, como soluciones a nuestra situación.

Job enfrentó su situación con visión, le dio un toque de Dios a sus emociones. Permitió al Creador entrar en ese laberinto del ser para hallar dirección en su vida.

Es importante que Dios sea parte de tu pensamiento. Es importante reconocer que Dios puede ayudarnos a dominar nuestras emociones. La ansiedad nos lleva por laberintos peligros, acompañándonos con la desmotivación.

En medio de un ambiente de pérdidas y rechazo, Job expresaba un ardiente anhelo por la vida. ¿Cómo fue esto posible? Usó todas sus células cerebrales para decirse a sí mismo cuan grande es Dios.

Aunque mi padre y Madre me dejaran, yo sé que mi Señor me recogerá. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón. Aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado en mi Jesús.

Job desarrolló un buen antídoto para la ansiedad y el aislamiento: interactuaba con Dios, dialogaba con Dios, desarmo su rigidez, hablaba con sus amigos a pesar de las posiciones de estos, navego dentro de sí mismo en busca de salida, enfrentó el dolor con osadía y dignidad y lo utilizó para pulir su alma.

De esta experiencia de Job, aprendemos que hay sembrar para cosechar la restauración emocional. Hay que hacerlo estableciendo una relación real y personal con Dios, alimentando el pensamiento con el poder Dios, comenzando a mirar las cosas pequeñas para encontrar en ellas a Aquel que es grande, desarmando la rigidez de los pensamientos, enfrentando la situación como una oportunidad para ver la gloria de Dios en nosotros y gastando tiempo no en lo que da lucro, sino en lo da salud emocional.

Identifica las verdaderas raíces de bienestar que posees en el baúl

Vístete de justicia y cúbrete con ella. Tu futuro no puede ser más amargo que tu presente.

Desarrolla tu sensibilidad, sé afectuoso, sé un observador creativo.

Filtra los estímulos estresantes.

Identifica la capacidad creativa para combatir tus momentos de déficit emocional con lecturas de altura.

Lee la palabra divina y escribe una notita, algún pensamiento que puedas repetir luego.

Busca en tu baúl los sueños perdidos y cultívalos, impide que las ideas negativas ordenen tu mente.

Piensa antes de reaccionar a tus impulsos.

Rompe tu cárcel emocional con el poder de Dios. Sé flexible contigo mismo. Puedes fallar eso no implica que Dios te dejará de amar.

No sufras por adelantado, Jesús cenó y cantó antes de subir a Getsemaní.

Abre tus ventanas de la memoria y piensa en todas las posibilidades que Dios te brinda.

Sé auténtico y sociable.

Convéncete a ti mismo de que Dios está contigo y te escucha, te ve y te acompaña.