Por Hna. Ruth Colón
Misionera
Marcos 4:26-29
El relato que usamos como base para esta reflexión se sitúa dentro de las llamadas parábolas de crecimiento. Estas parábolas tienen en común el tema de la maduración. Utilizan como referencia el marco agrícola en el que se desenvuelve el hombre común de Palestina.
El campesino hebreo no es experto en ciencias de la naturaleza. No puede contemplarla, como es lógico, con ojos de investigador científico. Sólo acierta a confesar honestamente lo que sus sentidos le declaran: que "la semilla brota y crece sin que él sepa cómo”. El sembrador finaliza su labor de siembra y es incapaz de explicarse cómo ocurre el crecimiento de la semilla. No acierta a comprender el misterio de la vida; sin embargo, prosigue su existencia rutinaria. No puede hacer nada por acelerar el proceso ya que el desarrollo de la planta depende sólo de Dios. Pero ese agricultor va a cuidar de esa semilla para ayudar a que dé buen fruto.
El relato que usamos como base para esta reflexión se sitúa dentro de las llamadas parábolas de crecimiento. Estas parábolas tienen en común el tema de la maduración. Utilizan como referencia el marco agrícola en el que se desenvuelve el hombre común de Palestina.
El campesino hebreo no es experto en ciencias de la naturaleza. No puede contemplarla, como es lógico, con ojos de investigador científico. Sólo acierta a confesar honestamente lo que sus sentidos le declaran: que "la semilla brota y crece sin que él sepa cómo”. El sembrador finaliza su labor de siembra y es incapaz de explicarse cómo ocurre el crecimiento de la semilla. No acierta a comprender el misterio de la vida; sin embargo, prosigue su existencia rutinaria. No puede hacer nada por acelerar el proceso ya que el desarrollo de la planta depende sólo de Dios. Pero ese agricultor va a cuidar de esa semilla para ayudar a que dé buen fruto.