La familia camino a la plenitud de Dios

Por Hna. Ruth Colón
Misionera

Ezequiel 37:1-14

La familia es el núcleo más pequeño de la sociedad. El pueblo de Israel era una gran familia que había sido dispersada por distintos pueblos debido a su desobediencia. Una gran parte del pueblo estaba cautivo en Babilonia, donde la situación por la que estaban pasando era desesperante. Además, las noticias que les llegaban de Israel no eran alentadoras. Las posibilidades de regresar a su tierra era cada vez menores y sus esperanzas de ser librados morían lentamente.

En la visión que Dios le da a Ezequiel, éste contempla un valle lleno de huesos secos. Estos huesos secos representan “La casa de Israel”, es decir, la nación terrenal de Israel, el pueblo electo de Dios. Físicamente, seguían con vida, pero emocionalmente estaban muertos en vida. En medio de ese cuadro tan catastrófico, Dios le pregunta a Ezequiel si esos huesos tienen oportunidad de vivir. Realmente Dios no necesita que Ezequiel le responda porque él conoce la respuesta. Sin embargo, Dios pregunta con el propósito de que Ezequiel reflexione sobre esa visión y le sirva de aprendizaje.

Igualmente pasa con nosotros cada día. Dios permite que pasemos por situaciones en las que, luego de reflexionar sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos y cómo les hicimos frente, tenemos que concluir que Dios nos sostuvo en medio de nuestro propio valle de huesos secos. Si Dios pudo darle vida a una nación muerta y desesperada, puede hacer que el ser humano conquiste hasta al más grande enemigo, la muerte. Las experiencias difíciles y dolorosas pueden muy bien ser un punto de partida para el crecimiento emocional y espiritual del individuo si busca la fuente de vida eterna, Dios.

Hoy en día gran parte de nuestro pueblo está pasando por momentos sumamente difíciles. Cada día la situación se hace más desesperante porque las necesidades emocionales, económicas, físicas y espirituales se multiplican y los medios para resolverlos son más escasos. A esto se suma que hay personas que no saben manejar las situaciones por las que están atravesando y toman decisiones que traen más dolor y aflicción a ellos y a los suyos. Muchas familias están pasando por la pérdida física de seres queridos que no han sabido manejar la situación porque sus esperanzas se han secado. Las personas se sienten completamente destruidas, están solas, se sienten impotentes ante lo que está ocurriendo. No hay nadie que cuide de ellas.

Pero, así como Dios prometió restaurar al pueblo de Israel, también quiere restaurar tu vida. Busca la presencia de Dios y verás cómo, a pesar de las circunstancias, te da nuevas fuerzas para seguir adelante. Él es un Dios de amor y de misericordia que te libera de tus temores, sana tus heridas y santifica tu vida.

Como los huesos secos, aquellas personas que no tienen el agua viva de Dios dicen tres cosas:
“Estoy seco” – estás seco porque te falta el agua de vida, careces del poder viviente del Espíritu Santo.
“No tengo esperanza” - aunque nuestro Dios es un Dios de esperanza, la persona se ha alejado y ha perdido el contacto con Él. Ha perdido la esperanza porque se ha desviado de la visión y del plan de Dios.
“Estoy completamente destruido” - están solos, se sienten abandonados sin que haya quien cuide de ellos.

Pero Dios dijo cuatro cosas a los huesos secos y te lo dice a ti hoy:
“Yo voy a abrir los sepulcros” - aunque ustedes sientan que están entrampados en un lugar de muerte, sin tener una salida, yo voy a abrir estos lugares y les mostraré su libertad. Dios es un Dios de misericordia y proveerá lo que te haga falta.
“Yo los haré salir de sus sepulcros” - Yo tengo un lugar mejor para ustedes. Ustedes no necesitan vivir en un lugar de muerte. Yo tengo un lugar de vida y quiero traerlos a este lugar.
“Yo quiero soplar mi Espíritu dentro de ustedes” - Mi Espíritu trae vida. Cuando mi Espíritu esté dentro de ustedes, tendrán vida y poder. Yo deseo que mi Espíritu more en ustedes para obrar a través de ustedes y que sean canal de bendición para otras personas.
“Yo quiero enviarles a heredar la tierra” - hay un propósito para tener mi vida y mi Espíritu dentro de ustedes; esto es, para poseer la tierra. No es suficiente estar en la tierra, tienen que enseñorearse sobre la tierra. La tierra no pertenece a Satanás, ni a los incrédulos, la tierra pertenece a mi pueblo.

Deja que Dios te tome de la mano en esta hora difícil y confía. Busca la comunión con otras personas creyentes para que sean de apoyo a ti y a los tuyos. Busca las promesas de Dios en las Escrituras, reclámalas para ti y aprópiate de ellas. Ora. Habla con Dios a toda hora, Él siempre está disponible para escucharte y consolarte.

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