Toma el remo de la fe y boga mar adentro

Por Rvdo. Carlos A. Cardona
Pastor

Pasaje bíblico: Lucas 5: 1-11


¿Cuán dispuestos estamos para desarrollar una fe familiar efectiva? La experiencia familiar nos agota en nuestro intento por mantener a flote nuestra familia. Tenemos la capacidad de actuar sobre los imperativos internos incluso cuando ello significa nadar contra la corriente.

El primer paso es dejar de lamentarte y sentirte mal porque tus esfuerzos no han dado resultado. Jesús conoce nuestra lucha interna y sabe nuestros sentimientos de frustración familiar. Nuestro cansancio por haber tratado y de cómo estamos en la orilla varados por haber perdido el ánimo de seguir adelante. Jesús está viendo tu barca entre las barcas varadas de la orilla. Él conoce tus lamentos y desvanes personales. Él conoce la causa de tu estado anímico y espiritual.


La preocupación personal en ocasiones nos impide ver lo que sucede a nuestro derredor. El pasaje bíblico dice que había un gentío que agolpaba a Jesús y en esa situación de ocupación Jesús ve dos barcas. Es interesante que los ocupantes de las barcas estuvieran tan ensimismados en ellos mismos que no distinguieron a quien todo el mundo reconocía y buscaba.

El cansancio de los ocupantes de la barca impedía preocuparse por algo más de lo que acontecía a su derredor. Nuestras ocupaciones personales nos impiden darnos cuenta del detalle importante de la vida. Jesús ve nuestra barca entre la multitud, pero nosotros no distinguimos a quien quiere acercarse a nosotros entre la multitud que nos rodea.

¿Cuántas cosas ocupan tu mente familiar? ¿Cuáles son tus prioridades familiares? ¿Cuál es tu mayor preocupación personal? A veces nuestro esfuerzo está dirigido en una sola dirección cuando hay asuntos difíciles. Levantamos un muro frente a nuestra situación personal o familiar que impide distinguir a quien camina entre la multitud hacia nuestra barca.

Jesús parte hacia nuestro mundo personal porque ha visto cómo debatimos en nuestra barca familiar. Jesús parte hacia nuestra barca porque conoce nuestro lenguaje personal. Él conoce tus estados de frustración, tus corajes internos, tus aspiraciones y sueños familiares. Conoce la profundidad de tus mares y el contenido de tu barca. Jesús sabe de redes rotas y remos de esperanza secos por el viento soleado tus luchas. Él ha visto tu barca varada en la orilla donde se rinden los que han tratado y no han podido salir adelante. Él conoce el lenguaje de tu cansancio en la lucha librada de tu barca.

Por esta razón distingue tu barca y te invita a hacer un depósito de confianza en Jesús. No importa cuál sea la situación que atravieses, Jesús siempre te ve y se acerca para hacer que las circunstancias cambien a tu favor.

La barca en la orilla sugiere remos guardados o en descanso. La barca estaba junto a otra cuyo dueño había decidido hacer lo mismo que Pedro. Quien elige la orilla renuncia a seguir esforzándose por alcanzar lo deseado. Aquel que coloca sus remos en la orilla deja de soñar con lo que espera el corazón. Cuando dejamos los remos de lado, perdemos la visión, comenzamos a rendirnos.

Jesús ve tu barca atascada y tus remos secos, rendidos en la orilla. Se acerca, silencioso, al distinguirte. Jesús ve tu necesidad y conoce tu corazón. En primer lugar, necesitas distinguir a Jesús acercándose hacia ti para invitarte a iniciar de nuevo una relación estrecha con Dios. Necesitas recuperar la confianza en ti mismo. Necesitas llenar de fe tu barca.

Pedro estaba cansado, frustrado, agobiado, su confianza en sí mismo estaba lastimada. Nuestra barca familiar en ocasiones está encallada en los arenales de la renunciación y el cansancio que duele por el trabajo realizado sin frutos.

Jesús aprovecha de manera misteriosa esos momentos difíciles para obrar de manera especial. Él sabe lo que necesitas, él tiene el descanso que anhela tu ser. Aunque el alma esté desolada y la visión se haya afectado, Jesús siempre ve más allá de donde podemos ver con nuestra visión humana. Jesús aprovecha todo tiempo misterioso para mostrarnos su gloria y llenarnos de su grandeza espiritual.

Jesús se aparece entre las barcas varadas en la orilla y mira tu situación personal. Jesús se manifiesta sereno entre las barcas que acompañan tu situación y fija su mirada en ti para darte una experiencia de restauración y poder familiar.

Jesús se manifiesta como el que puede dar sustento a la familia si estamos dispuestos a permitirle subir a nuestra barca. Nos invita a tomar el remo del cansancio y del fracaso para remar mar adentro en busca de dirección y obediencia a Cristo Redentor.

Tal vez también nosotros tengamos experiencias de sufrimiento en nuestra vida. ¿Por qué el Señor permite a veces que sintamos el dolor terrible de la depresión, la soledad, la tristeza, el abandono? ¿Por qué ciertos problemas siguen sin resolver después de tantos años de haber luchado en vano por superarlos? ¿Por qué fracasan a veces los matrimonios, con tanto sufrimiento para la esposa, los hijos, los familiares? La perícopa de hoy nos presenta el fracaso desde una perspectiva diferente. Aquellos que han fracasado en el proyecto familiar, tienen en Cristo una gran oportunidad para ser restaurados con el poder de Jesús.

Lucas nos presenta hoy la escena de las barcas en la orilla con los remos tirados o abandonados por el fracaso de quien no tiene éxito en su empeño. Jesús se aparece en nuestra playa personal habiendo distinguido nuestra barca para hacernos una invitación muy personal: ¿Me permites subir a tu barca de fracaso?

Aceptar la invitación es estar dispuestos a tomar los remos para alejarnos de nuestro lamento y llanto y tener dirección divina en nuestra barca familiar para surcar las aguas donde duermen nuestra victoria personal y familiar. Jesús nos invita a alejarnos de la tierra del fracaso con esperanza y determinación en el poder de Dios. Jesús nos invita a buscar profundidad y equilibrio en nuestra fe para surcar las aguas que amenazan el bienestar familiar.

Toma el remo de la fe en nombre de Jesús, para adentrarte a las corrientes de la vida alejándote de la orilla que quita la paz, que opaca la visión y te viste de tristeza y fracaso. Jesús distingue tus esfuerzos, no te reprocha todo el trabajo que has realizado. Sólo te dice: déjame subir a tu barca. Empuña el remo de la fe y, junto a Cristo, dirige tu barca hasta donde él te indique.

Para aceptar la invitación de Jesús es necesario enfrentar el cansancio que impide tu disposición. Jesús nos invita a volver a intentar en la tierra del fracaso en nombre de Jesús.

Recibir a Jesús en nuestra barca es alejarnos de aquellas cosas que disminuyen nuestra fe y roban la bendición de Jesús. La buena nueva de Jesús en el Evangelio comienza con la fe. Jesús siempre actúa cuando la fe es puesta en acción. “Maestro, hemos lanzado las redes durante toda la noche y no hemos pescado nada. Pero si tú dices que lancemos las redes en este lugar lo haremos en tu nombre”.

La fe es la única condición que Jesús pide para poder actuar. Sólo cuando aceptamos a Jesús con el corazón y doblamos las rodillas de nuestra mente, aunque humanamente no se vea nada, aunque el llanto explote en nuestra garganta y las lágrimas arrasen nuestros ojos, aunque tengamos que esperar contra toda esperanza humana y sangre el corazón… si creemos en Él, tomando el remo de la esperanza para adentrarnos hacia una vida de entrega, entonces veremos llenarse las redes de nuestra barca familiar.

Es hora de tomar tu remo y bogar mar adentro hacia el lugar donde se perdieron las fuerzas de tu fe. Es hora de afirmar a los miembros de la barca que Jesús ha visto la familia e invitarles a dejarle entrar para adentrarse en la experiencia de la bendición en nombre del Señor. Es momento para volver a tomar los remos de la fe y de la confianza en Dios para ver la bendición familiar.

Piensa en las cosas que han encallado la vida familiar. El cansancio de tus fuerzas perdidas y la necesidad de tu vida familiar. Posiblemente tu barca esté más vacía que nunca, pues parece que no tienes nada y sólo te cubre el traje del cansancio físico y espiritual.

Hoy Jesús llega a tu orilla donde parece que has tocado fondo y te invita a dejarle subir a tu barca vacía. Jesús te invita a tomar el remo de la fe para alejarte de esa orilla que martiriza tu pensamiento y quiere conducirte hacia la profundidad de tus fracasos y miedos para hacer el milagro que necesitas en tu barca.

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