¿A quién serviremos?

Por Rvdo. Carlos Cardona
Pastor

Pasaje bíblico: Mateo 6:24-34

En el escrito mateano Jesús habla de Dios en una praxis de vida para vida abundante.  Reflexiona acerca de aquellas cosas que nos agobian: buscar el sustento para la comida, el vestir, el afán, el trabajo. En una forma sencilla, Jesús nos presenta el afán como un obstáculo para disfrutar de una vida abundante en el reino de Dios.

Tenemos aquí el enunciado general de esta instrucción sobre las preocupaciones de esta vida en relación con la premura del reino. Jesús en realidad no prohíbe el trabajo, ni siquiera nos invita a estar ociosos; por el contario nos presenta la opción del trabajo orientado, balanceado, como un estilo de vida para el bienestar familiar.

Jesús presenta la imagen de los pájaros que viven en una serena actividad, sin inquietudes, ni agobios. En ellos el ciclo de la vida está enmarcado por tiempos, actividades combinadas con momentos de solaz. Estos momentos de solaz son algo que el ser humano del siglo 21 ha perdido en su carrera desenfrenada por alcanzar el descanso en la jubilación después de 30 o 40 años de servicio.


            Si Dios da provisión a sus criaturas, cuanto más la dará a sus hijos e hijas. Jesús nos invita a romper con la opresión que nos causa el afán por la vida para descubrir lo hermosa que es la vida en aquellos detalles del peregrinaje de los años.  Dios se preocupa  por cada uno de nosotros y provee para suplir nuestras necesidades cada día. Él es el suplidor, es quien proveerá en este día nuestra necesidad.

Dios está cercano a cada uno de nosotros y su presencia se expresa en aquellos pequeños detalles que parecen comunes, pero al mismo tiempo no están al alcance de nosotros. Como el esplendor de los lirios, de las flores cuya belleza y delicadeza es insuperable. Quizás podemos imitar la forma, o la textura, pero la belleza natural, la vida misma, no está a nuestro alcance.

La preocupación se convierte en un obstáculo para ver la manifestación divina. En muchas ocasiones hacemos alarde de las cosas que suceden a nuestro alrededor como si éstas sucedieran porque tienen que suceder perdiendo la experiencia de ver y sentir a Dios tan cercano que se mueve en medio de las cosas diarias de la vida. Pensamos que lo que ocurre está bajo nuestro control. No te confíes en ti mismo, pues Dios es fiel a su promesa y mantiene su bendición sobre ti.

Jesús hace una invitación para descubrir la naturaleza bienhechora de Dios y encontrar en ella una llamada a la confianza por la fe. Servimos al que provee por encima de nuestro afán y nuestros descuidos en el quehacer diario de la vida. Jesús hace una exhortación a buscar sobre todo el Reino de Dios: ésta debe ser la primera preocupación del cristiano, la única preocupación verdaderamente importante.

Cristo nos invita a vivir una vida orientada hacia lo eterno, hacia el establecimiento del Reino en el interior. Nos invita a mirar hacia Dios viviendo una vida más sosegada y orientada.  Si el discípulo vive como vivió Jesús, orientado hacia Dios, participa también de esta fe y de esta gozosa confianza en el Padre que se refleja en estos versículos.
    
Jesús nos invita a vencer el agobio, el afán que causa angustia e impide que vivamos acorde a la intención de Dios para el ser humano. ¿Cómo está  tu agenda personal? ¿Cuán cargada está? ¿Cómo está tu agenda familiar? ¿A quién serviremos?

La vida debe ponerse al servicio de lo que vale la pena, y lo que vale la pena no es el dinero ni el afán de trabajar sin disfrutar de lo que es verdaderamente importante. Por eso, el resumen de todo es la frase final: lo que hay que buscar es el Reino de Dios, y al servicio de esta búsqueda hay que poner todo lo demás. Porque si uno busca el Reino de Dios, lo demás, en última instancia, ya está asegurado, bastará con lo que haya. 

La opción de la fe exige una libertad interior respecto a todo lo demás, especialmente a todo lo que nos puede atar al mundo como la prisa y la agenda cargada. La frase “No me da el tiempo” refleja un alejamiento de estos principios  que Jesús invita a hacerlos parte de nosotros mismos.

¿A qué Señor sirves? Detente, mira las cosas importantes de tu familia. Observa cómo se va la vida… y con ella la oportunidad de alcanzar lo que es verdadero.

Haz un alto y destrona el afán de tu vida. Destrona aquello que causa agobio y te ata impidiendo que disfrutes de los pequeños detalles de la vida que hablan de la grandeza de Dios. Abre tus ojos y mira lo que Dios provee cada día a tu vida y comienza a vivir una vida abundante en Cristo Jesús.

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