Tristeza y gozo

Por Rvdo. Carlos A. Cardona
Pastor

A Eric

Lectura bíblica: Juan 16:22-23

Así también ahora ustedes sienten pena…

La aflicción, la pena, la tristeza es un sentimiento del alma que expresa el sentir del ser humano. Jesús experimentó ese mismo sentir. Vivió la experiencia de la pérdida de su amigo Lázaro y lloró ante su tumba. Su tristeza, su pena, su dolor lo identifican con el ser humano que hay en cada uno de nosotros.

La aflicción del alma es una experiencia que nos identifica como hijos e hijas de Dios. El Señor puso en nuestro ser ese sentimiento que expresa nuestra limitación, que expresa vulnerabilidad.

Somos vulnerables ante los embates de la vida pero no por ello perdemos la fortaleza. El Señor nos acompaña en los momentos más difíciles de la vida y nos brinda la experiencia del lamento que se fortalece con la esperanza de su compañía en la hora del dolor.

Jesús lloró con nosotros y por nosotros. La pena que sentimos es producto de nuestra naturaleza humana creada por Dios.

Dios entiende nuestro dolor, nuestra pena, nuestra desdicha porque somos parte de su naturaleza.

Pero cuando los vuelva a ver, su corazón se llenara de alegría…

El Señor nos da la promesa de volver a vernos. La separación física no impide la promesa de eternidad. El Señor hará que nos volvamos a ver, en una dimensión diferente donde el lamento, el llanto y las lágrimas no estarán presentes. El Señor habrá de cambiar nuestro lamento en baile, nuestra tristeza en alegría por la eternidad.

En Jesús hay la promesa de una nueva humanidad solidaria en medio del dolor y la ausencia. Jesús ofrece la palabra de consolación y esperanza para todos los seres humanos que, como Eric, se acercan a Dios en busca de la eternidad.

Hace unas semanas, Eric me dijo: “Me queda mucho tiempo para ver la casa de Dios…” Y me abrazó.

Hoy puedo expresar que, a pesar de su ausencia de nosotros, este joven está en el lugar de eternidad donde el ver a Dios cara a cara es la mejor experiencia de gozo y alegría.

En el mundo tenemos aflicciones… pero los que confían en Dios vencen el mundo de las aflicciones y disfrutan de la eterna presencia de Dios.

Eric confió en esa promesa de eternidad… Y su corazón se llenó de la alegría de Dios que ofrece su presencia eternal a todos sus hijos.

Eric escuchó el llamado de Jesús sin una acción que reprochar o una palabra que decir… sólo se rindió… solo se entregó…

Su corazón se llenará de una alegría que nadie les podrá quitar…

El corazón sólo se llena de alegría cuando está lleno del amor perdonador y restaurador de Dios. Este joven sonrió con la presencia de Dios en su ser. Su alegría no provenía de su situación, ni de su edad, ni de su entorno. Su alegría se fundamentó en el Autor de la vida que es capaz de llenarnos de seguridad a pesar de las circunstancias vividas.

Eric participa ahora de la unidad con Dios el Creador.

Sólo puede llenarse de alegría aquel corazón que da espacio a Jesús en su ser para que entre y llene de gozo su alma. Eric recibió a Jesús en su casa mortal, permitió que Jesús entrara y cenara con él y ahora está ante la presencia de Aquél que llena de paz y luz a las almas que se rinden ante Él.

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