Señales de madurez en Cristo Jesús

Por Hna. Sandra García
Predicadora invitada



La maravilla de tropezar con Cristo en el camino

La maravillosa experiencia de conocer a Cristo y aceptarlo como tu salvador representa muchos retos. Algunos que nos vienen a la mente son: reconocer tu condición de pecador y aceptar su perdón; aceptar su gracia y comenzar a vivir en su amor; comenzar a vivir para Cristo y comenzar a crecer; comenzar a conocer a ese Dios que por amor te dio a su Hijo como Salvador; necesitar cada día más del Señor y buscar más de Él; reconocer que en la medida en que te expones a su gracia, más necesitas y buscas crecer, vas madurando en el conocimiento de Cristo y vas madurando en tu expresión de la experiencia de la salvación.



Si aun no has dado el primer paso de aceptar de Dios el regalo de la salvación, escucha atentamente pues te voy a hablar un poco del reto hermoso que significa.



Señales de madurez en Cristo



Cuando comenzamos a caminar con Cristo, sus acciones en nuestra vida nos van tranformando. Vamos creciendo como cristianos. Vamos madurando en Cristo. Esto significa que nos vamos pareciendo un poco más a Él. Nos vamos arriesgando a actuar como actuaría Él. Son muchas las señales de que vamos madurando. Tú lo notas y las personas a tu alrededor también lo notan. En esta mañana quiero compartir contigo cuatro señales de la madurez en Cristo.



     1. Reconocer quién es Jesús



Comenzamos el camino con un solo don: el de la FE. Creemos y nos acercamos. Escuchamos y respondemos. La Palabra nos narra de un diálogo muy interesante que se da entre Jesús y sus discípulos. Se encuentra en Mateo 16: 13-19.



Pedro llevaba tiempo caminando con Jesús. Su fe lo había llevado a dejarlo todo para seguirlo. Lo había escuchado hablar y lo había visto sanar y perdonar pecados. Jesús les plantea una primera pregunta a los discípulos que fue fácil de contestar. ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?



La segunda pregunta marca la diferencia. Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Es aquí donde Pedro demuestra madurez. Al responder con firmeza: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Pedro demuestra que es más que uno de los que le sigue en el camino. Pedro demuestra que ese tiempo él había buscado a Dios, había internalizado el mensaje de Jesús y había comprendido de qué se trataba.



Jesús reconoce que no había sido Él quien le había enseñado aquello a Pedro, sino que Dios Padre se lo había revelado pues Pedro lo había buscado. Sobre esa afirmación Jesús basa la obra misma de la Iglesia. Entonces todos los que formamos parte de la Iglesia debemos madurar hasta que el Padre revele a nuestras vidas esa verdad y la podamos afirmar en cualquier momento y en cualquier lugar que se nos requiera. Si lo podemos hacer, eso es señal de madurez en Cristo.

     2. Reconocer su soberanía



Reconocer la soberanía de Dios en nuestras vidas no es tan sencillo como suena. En el tiempo en que vivimos no estamos acostumbrados a reconocer que nadie tenga autoridad sobre nosotros. El marco político en que vivimos nos hace identificarnos con la idea de un rey que tiene autoridad sobre lo que somos y hacemos. Las historias de reyes y súbditos son sólo eso, historias. Por eso es que reconocer la soberanía de Cristo en nuestras vidas es una señal de madurez.



El Salmo 93 reconoce la majestad del Señor y es un ejemplo entre muchos de reconocimiento de la soberanía del Señor sobre todo lo creado. Reconoce que el Señor reina. Su reino alcanza todo tiempo y todas las cosas. Alcanza el orden universal, físico, social, moral y espiritual. Su reino es eterno y tiene autoridad sobre los gobiernos terrenales.



El Señor reina en mi vida... a veces. Seamos honestos, el Señor reina en nuestras vidas cuando le damos espacio para que reine, para que dirija nuestra vidas, para que determine a dónde vamos, dónde vivimos, qué comemos, con quién nos relacionamos, qué hacemos.



Alcanzar la madurez suficiente para que Cristo sea nuestro Señor requiere madurez en la fe, requiere estudiar su Palabra, requiere comunión con Él, requiere aprender a alabarle, requiere dejar de ser yo para que Él viva en mí. Ser menos yo y más Cristo en mí.



El señorío de Cristo en nuestras vidas se nota cuando buscamos constantemente su dirección en todo lo que hacemos, cuando reconciliamos la voluntad de Cristo con la nuestra para tomar decisiones importantes en nuestras vidas. El señorío de Cristo se nota cuando afirmamos con nuestra voz y nuestras acciones que Jesucristo es el Señor.



     3. Activar el Reino de Dios mediante los dones espirituales



El capítulo 12 de la carta a los Romanos habla sobre nuestros deberes cristianos. Relaciona los dones con las responsabilidades. Quiero llevarte al versículo 6 que dice: “Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos...”



El Reino de Dios se hace realidad a través de la acción de la Iglesia. Los dones no son para grupos ni son para guardarlos o gozarlos entre unos pocos. Dios da dones espirituales a la Iglesia para edificarla y para multiplicarla. Cuando los dones dividen no son de Dios, no son señal de mandurez cristiana, sino de lo contrario, de falta de ella. El enemigo también tiene poder y faculta a las personas con autoridad y poder. En la medida en que crecemos en el conocimiento de Cristo aprendemos a reconocer los dones que nos da y para qué nos los da.



Un don es un regalo de Dios y son tantos y tan variados que esa diversidad hace que necesitemos vivir en comunidad, congregarnos con otros cristianos para disfrutar de todos los dones, los regalos que el Señor reparte a su Iglesia. Cuando somos bendecidos con un regalo de Dios, lo tenemos que usar.



En varias ocasiones he tenido la experiencia, al mudarme a Chicago y más recientemente a Barranquitas, de tener que buscar la iglesia en donde Dios me pondría para servirle. En lo que esto sucedía me veía privada de poder usar el don de la enseñanza en la Iglesia. Me hacía sentir espiritualmente débil y sin gozo. Al activarme regresó el gozo, el sentido de pertenencia a la Iglesia de Cristo, la fuerza de la Palabra de Dios regresó a mi vida.



La forma y la medida en que ponemos en función nuestros dones para el beneficio de la Iglesia y el engrandecimiento del Reino de Dios son señales de madurez en Cristo Jesús.



     4. Vivir en acción de gracias



El Apóstol Pablo vivió en constante acción de gracias. La palabra gracias la utiliza en todos sus escritos y en muchas ocasiones. En la carta a los Tesalonicenses (5:18) exhorta a todos los creyentes a “dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”.



Pablo une constantemente las palabras acción y gracias casi como si fueran inseparables. Sentirse agradecido se traduce en una acción. Quien agradece lo demuestra y su acción de gratitud genera a su vez otras acciones. Cuando aprendemos a vivir en gratitud demostramos madurez en Cristo. Les doy algunos ejemplos:



Colosenses 4:2 - debemos orar pero con acción de gracias

Colosenses 2:7 - debemos andar firmes en Cristo, rebosando de gratitud

2 Corintios 9:11-12 - debemos dar/ofrendar con liberalidad de manera que nuestras ofrendas produzcan acciones de gracias a Dios

Efesios 1:16 - debemos orar por los hermanos en la fe para dar gracias a Dios por ellos.



Es que dar gracias no es algo para un solo día. Es una forma de vivir. Vivir comprende muchas acciones, pensamientos, sentimientos y emociones, por lo que vivir agradecidos también comprende muchas acciones, muchos pensamientos, muchos sentimientos y muchas emociones.



Son incontables las veces en que Dios, a través de su Palabra, nos exhorta a ser agradecidos; y nadie mejor que Dios para hacernos esa exhortación ya que es Dios quien nos provee todo lo que necesitamos y en abundancia.



Hay muchas formas de dar gracias. Podemos ser pasivos o activos en nuestro deseo de ser agradecidas. Dios en realidad desea que seamos agradecidos y que las gracias, además de verbalizarlas también las hagamos acción y servicio. Para agradecer debemos dar, para dar con amor debemos servir. Servir es un sacrificio positivo que es agradable a Dios y que redunda en bendición. Vivir en acción de gracias es una señal inequívoca de madurez en Cristo.



Dios quiere que crezcan en su conocimiento y sabiduría



El Señor busca creyentes que quieran crecer. El Señor te invita en esta mañana a que identifiques las señales de madurez cristiana en tu vida y a que busques desarrollar nuevas formas de servir al Señor.



Dios te revela que Jesucristo es el Señor, el Hijo del Dios viviente, y te invita a reconocer su soberanía en tu vida, a aceptar sus dones y ponerlos al servicio de su Reino, y a vivir en acción de gracias cada día.



Dios te invita a que le busques y crezcas en el conocimiento de quién y cómo es Dios. Vale la pena pues el gozo, la fortaleza y la paz que comenzamos a experimentar cuando vivimos atados a Cristo se convierten en la mejor forma de vivir. No tengas miedo a crecer. El Señor seguirá moldeándote hasta que llegues al modelo de Jesús. AMÉN



22 de noviembre de 2009








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