Tercer domingo de Adviento 2009: A la espera del Mesías

Por Rvdo. Carlos Cardona
Pastor

Pasaje bíblico: Isaías 35:1-6ª,10

La espera del Mesías es un tiempo de reflexión para preguntarnos: ¿Qué esperamos? ¿Cómo preparamos el camino de la espera? ¿Cuál es el resultado de la preparación?

¿Qué estamos esperando? ¿Cómo estamos esperando?

Estamos esperando, aguardando que algo ocurra, estamos a la espera de nuevas noticias. Esperamos que suceda algo especial que cambie la situación que vivimos. Pero ¿qué estamos esperando que suceda? ¿Cómo estamos esperando ese suceso?

El profeta Isaías declara al presentar una espera llena de gozo y alegría: El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano la belleza del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios.


La espera en el obrar de Dios crea una expectativa que llena el alma de gozo cuando tenemos la seguridad de que las cosas cambiarán. La espera se convierte en una experiencia de gozo y alegría cuando estamos seguros de lo que sucederá. La espera nos llena de seguridad y regocijo cuando hemos llenado las expectativas de lo que acontecerá.

Regocijo es gozo, es gusto, es placer, es satisfacción en el alma y en el corazón que se llena de júbilo y deleite eliminando la tristeza y el pesar que albergamos producto de nuestra impotencia para cambiar nuestras circunstancias.

¿Qué esperamos con la llegada del Mesías? ¿Qué tú esperas con la llegada del Mesías?

Isaías nos invita a prepararnos como se prepara el desierto para recibir la lluvia y florecer con la fuerza del Espíritu de Dios. La expectativa de la llegada del reino nos confronta con todo nuestro ser y la manera en que esperamos la manifestación de Dios en nosotros. El profeta anuncia en el capitulo anterior un juicio venidero y en este pasaje anuncia la liberación venidera.

¿Qué estamos esperando? Esperamos la liberación. Una liberación integral de alma y cuerpo, de mente y espíritu, que nos encamine hacia la redención en Cristo. Esperamos que se rompan y se quiebren las cadenas que nos atan. Esperamos cambios significativos en la manera de pensar, de vivir, de actuar, de soñar. Esperamos la llegada del reino para cambiar nuestra visión del futuro nuestro, de nuestra gente, de nuestro pueblo, de nuestra tierra y de nuestro mundo. Esperamos el señorío de Cristo, el kirios en lo que representa nuestra vida.

En esa espera, el profeta Isaías nos invita a llenarnos de felicidad y de alegría en la espera del Mesías. Cristo irrumpe en nuestro mundo iniciando un proceso de transformación y cambios para nuestro bienestar.

Llena tu corazón de alegría porque el que viene tiene poder para cambiar todas las cosas y mostrarte la plenitud de vida. Llénate de júbilo porque el que viene puede cambiar tu visión de las cosas. Llena tus vacios desiertos con esperanza y gozo porque el Mesías puede hacerte reverdecer.

El profeta Isaías proclama que Dios transformará aquello que había perdido su gloria en lugares hermosos y de bendición.

El Señor anuncia que los redimidos verán reverdecer el desierto y contemplarán la belleza del poder divino. Mira todo lo que se ha marchitado en tu corazón y contempla el terreno que pisas. Mira como tus bosques y tus llanuras se han quemado por tu falta de dirección y dependencia de Dios. Contempla aquellos caudalosos ríos de gozo y jubilo que hoy sólo son cauces sin gozo y paz por los fracasos que has experimentado.

¿Qué estás esperando? ¿Cómo estás esperando? Es hora de tomar la decisión de comenzar una nueva relación con Cristo. Es hora de definir lo que esperas de Cristo pero más aun lo que esperas hacer para que Cristo haga resplandecer el gozo y la alegría en ti.

Ha llegado el momento de no mirar la aridez de tu tierra o las cosas que se han marchitado en tus colinas. Ha llegado la hora de ansiar un cambio desde el corazón que abarque todo tu ser anhelando la lluvia del Espíritu de Dios que haga correr por tus cauces secos torrentes de agua viva que te devuelvan productividad y gozo en el Señor.

¿Cómo prepararas el camino de la espera?

Isaías declara en el versículo 3: Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis.

Es necesario preparar el camino en nosotros para que se manifieste la gloria de Dios. El profeta declara que debemos fortalecer las manos débiles. Fortalece la falta de vigor, fortalece tu decaimiento, fortalece tu pasión.

¿Como estas trabajando con tus flaquezas? Identifica las cosas que impiden la llegada del Mesías en ti. Trabaja con tus flaquezas, trabaja con tus debilidades y tu desfallecimiento.

Fortalece tu espíritu con gozo para que evidencie la manifestación de Cristo en tu persona. Presenta tu necesidad de fortalecimiento espiritual a Cristo y ejercítate en la fe como señala el apóstol Pablo. Habla a tu corazón con verdad y dile las cosas a las que tiene que renunciar.

Endereza tus rodillas vacilantes, procura darles vigor para el camino que resta en la espera de la venida del Señor. Afianza tu relación con Dios, permite que el resplandor de la estrella que anuncia tu redención reviva tu búsqueda en el Espíritu de Dios.

Dale vida a tu vida y vigoriza tus pensamientos en Cristo. Echa fuera los miedos y temores. Echa a un lado la ansiedad y párate firme de cara hacia el futuro que se avecina con la fuerza del Espíritu de Dios. Deja el paso vacilante que desvía el sendero verdadero y profundiza en una relación con Dios más intima, más cercana, más genuina contigo mismo y con Dios.

Fortalece tus rodillas vacilantes por las pruebas llenando tu corazón de seguridad y confianza en el Señor. Prepara el camino, endereza tu caminar. Cambia tu manera de buscar soluciones, entrégate a las promesas de Dios para ti. No te detengas en tu andar hacia el encuentro con Cristo. Prepárate para encaminarte con gozo y alegría hacia la manifestación de Dios en ti.

¿Cuál es el resultado de la preparación?

El profeta Isaías declara que el resultado de la preparación trae consigo una nueva visión: Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos.

El Señor nos promete darnos una nueva visión para distinguir su reino entre nosotros. Su llegada abre los ojos de aquellos que le han esperado con gozo y alegría. La llegada del reino amplía la visión de servicio entre la gente. La llegada del reino transforma la manera de percibir las cosas que nos suceden.

El Señor nos da una visión nueva para distinguir lo que es del reino y aquello que no lo es. El Señor nos ofrece una nueva visión para vernos como instrumentos de su gracia y su poder.

¿Cómo te visualizas a ti mismo? ¿Cómo te ves en la llegada del reino? Él necesita nuestras capacidades y talentos, nuestros dones y habilidades para ser instrumentos en sus manos. El reino sólo se hace visible si recobramos la visión para distinguir lo que podemos hacer en nombre de Dios.

El Señor abre el oído de su pueblo para escuchar los lamentos de nuestro prójimo que espera misericordia. El Señor abre el oído de aquellos que desean adentrarse entre la gente para escuchar las voces de los que piden ser acompañados. El Señor abre el oído de aquellos que desean escuchar las voces de las madres solteras, de las viudas, de los huérfanos pidiendo una mano extendida que les dé aliento y fortaleza. El Señor abre el oído de aquellos y aquellas que están dispuestos a escuchar la voz de Dios y ofrecen sus talentos y sus dones para ser instrumentos útiles.

Prepárate para el encuentro con Dios con un corazón lleno de gozo que salta de alegría. Sus pasos se tornan firmes para caminar en el camino de Dios. Sus pasos dejan huellas de entrega en la misión de Cristo anunciando que Jesús se acerca para establecer el reino de paz y de justicia.

El Señor prepara al cojo para que tome decisión acerca de cuál camino debe tomar. Endereza tu andar porque el reino de Dios se acerca con una nueva senda para andar.

Abre tu boca y anuncia que el tiempo de la nueva canción ha llegado, pues el Señor viene a darnos luz y libertad con gracia y con poder. Abre tu boca para anunciar a los cautivos de Borinquén que el Señor viene a sanar, a libertar, a buscar lo que se había perdido.

Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará, y volverán los rescatados del Señor.

Vendrán a Sión con cánticos, con alegría y gozo perpetuos. La pena y la aflicción se alejarán. Presenta una espera de gozo con alegría.

Es el momento para afirmar que Jesús, el Hijo de Dios, ha venido a darnos vida y vida en abundancia. No desmayes en tu espera del reino. Presenta tus miedos, tus virtudes, tus talentos y, por sobre todo, presenta tu corazón lleno de fe para ser transformado con el poder de Dios.

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