Segundo domingo de Adviento 2009: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca

Por Rvdo. Carlos A. Cardona
Pastor

Mateo 3:1-12

La llegada del reino siempre ha causado muchas expectativas entre los creyentes y los no creyentes. ¿Qué nos exige la llegada del reino? ¿Qué significa arrepentimiento para nosotros? ¿Qué produce la llegada del reino en nosotros? La respuesta a estas tres preguntas puede tomarnos un largo tiempo de reflexión para comenzar a dar respuesta a las mismas. Pero reflexionemos un poco y de manera sencilla acerca de la llegada del reino de Dios a nosotros.

Juan el Bautista decía: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca”.

¿Qué nos exige la llegada del reino? La llegada del reino nos exige arrepentimiento, que significa compunción, haber obrado en desacuerdo con la voluntad de Dios y tener el propósito de no volver a actuar mal en lo adelante. Es también el sentimiento de aflicción producido por el dolor ajeno.

El deseo de la llegada del reino a nosotros nos impele a reconocer que hemos obrado en desacuerdo a la voluntad de Dios y su propósito para con nosotros. El mundo que nos rodea todavía sigue obrando en injusticia. Todavía hay obstáculos para ver el reino de Dios. Todavía la disposición para ser obedientes al mandato divino para ser guardas de nuestro prójimo nos confronta con el llamado de Juan al arrepentimiento.


¿Qué implica el arrepentimiento? El arrepentimiento implica la totalidad de la persona, es la reconciliación de la mente, del alma y del cuerpo con Dios. Es reconciliar al ser íntegramente, sin divisiones utópicas. Arrepentimiento es una armonización del alma y el cuerpo, de la mente y el espíritu. Es un encuentro con nuestra propia naturaleza carnal y espiritual.

“Arrepentíos”, decía Juan, “porque el reino está cerca”.

Reconcilia la manera de pensar y de analizar las cosas con Dios. Reconcilia la manera de resolver tus asuntos con Dios porque su reino se acerca a ti con fuerza conciliadora en la persona de Jesús.

Arrepentimiento es un cambio radical mediante el cual se rinden los pensamientos a la voluntad divina para con la humanidad, transformándonos en instrumentos reconciliadores.

¿Por qué Juan llamaba a los religiosos al arrepentimiento? Juan el Bautista invitaba a los religiosos al arrepentimiento porque daban mayor importancia a la ley carente de misericordia y caridad al no preocuparse de sus semejantes y del bienestar común. Se conformaban con las fiestas de su calendario, con la vestimenta pulcra y la memorización de la ley. Estaban ajenos al dolor de su prójimo, ajenos a las necesidades de su prójimo. Eran observadores perfectos de lo escrito en la ley, cegados por las tradiciones, y más ciegos aun para la praxis de la Buena Nueva.

Juan hace un llamado para una transformación integral en acciones edificantes en pro del bienestar del ser humano como expresión del amor de Dios, reconciliándolo consigo mismo y con su prójimo.

La voz profética juanina sigue confrontando la religiosidad sin compromiso con el prójimo. La voz profética nos confronta con la llegada deseada del reino que exige arrepentimiento como condición para recibirlo. El reino sólo se hace posible en aquellos que están dispuestos a cambiar su manera de pensar, de actuar y de proclamar el establecimiento del reino.

Juan confronta a los que conocían la profecía del reino y la manera de proyectar la palabra del reino. Juan invita la nueva estructura del reino que exige arrepentirse para recibir el reino que devuelve la fe activa, la esperanza edificante, la confianza en la intervención divina.

La Iglesia está convocada por el reino a tocar el corazón de la gente para unirse por sobre los perjuicios, a ser solidaria con los marginados, con los rechazados, con los pobres de espíritu y con aquellos que siendo desprovistos de todo necesitan una mano extendida. También está convocada a ser una voz que denuncie las injusticias, a ser una voz de ánimo y esperanza, a denunciar la dureza de corazón de los religiosos de nuestros tiempos y a llamarles al arrepentimiento para comprometerse en el servicio y la entrega a los demás. A todos, Juan les dice: “Arrepiéntanse, que el reino de los cielos está cerca”.

El arrepentimiento es cambio con compromiso para hacer realidad la llegada del Mesías entre nosotros.

¿Qué significa arrepentimiento para nosotros los religiosos? Las palabras de Juan el Bautista parecen violentas o fuertes, pero cuando las analizamos con detenimiento nos damos cuenta de que son una invitación con sensibilidad. Arrepentimiento es conversión para vivir en armonía con la intención de Dios para el ser humano.

Es la invitación para cambiar la manera de percibir las cosas en relación con la palabra divina. La palabra es Buena Nueva para sanar al ser humano, es la Buena Nueva para trabajar todas las áreas de la vida. El llamado de Juan es a aceptar un cambio integral en cuerpo, mente y espíritu.

No se puede recibir el reino si no somos capaces de pensar y actuar a favor de quienes nos rodean estando en necesidad. El reino que se acerca exige sensibilidad, identificación con nuestro prójimo, ser prójimo de nuestro prójimo, ser solidario en la hora del dolor y ser voz profética al denunciar las injusticias contra el prójimo.

Arrepentimiento es un giro radical en la conducta personal. Es armonizar la conducta acorde con los principios y la intención divina de reconciliar al ser humano consigo mismo y, por ende, con lo que le rodea.

El arrepentimiento no sólo es para quienes no conocen al Señor y se vuelvan de sus malos caminos. Es también un llamado a los religiosos que se esconden detrás de sus costumbres y tradiciones.

Juan llama a los religiosos, a los conocedores del mensaje, a los maestros de la ley que juzgaban y condenaban imponiendo leyes de limpieza y santidad.

¿Qué produce la llegada del reino? La llegada del reino de Dios hace necesario que arreglemos nuestras vidas.

Juan les dice a los religiosos que debían arreglar sus vidas. Si Dios ha acercado su reino a nosotros en la persona del Salvador, no podemos seguir viviendo como apáticos al reino y sus exigencias para con nosotros. La llegada del reino nos invita a mirar nuestras debilidades, nuestra falta de fe.

Puede ser que el llamado al arrepentimiento sea fuerte en este tiempo, pero es necesario para quienes desean recibir el reino en sus vidas por medio de la transformación y la renovación del entendimiento.

El reino de Dios se ha acercado a nosotros para llenarnos de fuerza reconstructiva. Una fuerza unificadora que hace visible el reino en las manos que se estrechan para trabajar en el establecimiento de un mundo de paz. La llegada del reino produce la praxis del amor que perdona con la fuerza del espíritu.

Podemos hacernos la pregunta individualmente, ¿cuán cerca o cuán lejos está el reino de mí? Más aún, ¿cuán cerca o cuán lejos estamos como individuos o como iglesia del reino?

“Arrepiéntete” es un llamado con el propósito de no volver a actuar mal en lo adelante. El arrepentimiento nos acerca al reino, pero al mismo tiempo nos exige cambios radicales en nuestra manera de buscar el reino.

El reino del Mesías produce limpieza del alma y del espíritu, produce integridad para vivir acorde a los postulados del amor de Dios, produce la aceptación del prójimo sin reservas o estereotipos. La llegada del reino produce cambio de visión, produce un rayo de esperanza para quienes esperan la manifestación del amor de Dios en sus vidas.

¡Arrepiéntete! Porque el reino de los cielos se ha acercado.

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