La iglesia: familia para los fatigados y agobiados

Por Rvdo. Carlos Cardona
Pastor

Pasaje bíblico: Mateo 11:25-30


Nuestra travesía familiar en busca de plenitud de vida en ocasiones nos hace llegar hasta el Jordán que sirve de frontera entre lo que somos y lo que seremos. El reto que tenemos frente a nosotros nos confronta en la toma de decisiones antes de entrar en la tierra del descanso y provisión divina.

El largo viaje emprendido desde que salimos del hogar de nuestros padres para formar nuestra propia familia es una analogía de peregrinaje por la fe de todo lo que Dios ha puesto a disposición de nosotros en Cristo. Ahora que hemos formado nuestra propia familia, ¿en qué nivel deseamos vivir?

¿Por qué nos fatigamos tanto en la búsqueda de una plenitud de vida familiar? ¿Estaremos en el camino correcto para alcanzar la plenitud de vida familiar? ¿Por qué experimentamos cansancio y agotamiento espiritual y emocional en nuestras relaciones familiares?

Jesús hace una invitación muy personal: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados. Vengan todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas. Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados”.

Jesús hace reflexionar a sus oyentes acerca de la tierra de provisión y descanso. Revela a los creyentes una verdad divina: “Él ha venido para guiarnos a la tierra provisión divina. Los afanes del ser humano por hallar un bienestar familiar no son suficientes para ofrecer descanso y plenitud de vida.

¿Dónde has estado trabajando esta semana? ¿En la búsqueda del sustento familiar solamente? ¿Has enfrentado algún Jordán de decisiones para cruzar?

Las palabras de Jesús nos presentan la ternura de Dios para con sus hijos. Conozco tus esfuerzos…. Conozco tus trabajos… Conozco tus cargas…. Conozco tu cansancio…

Jesús conoce el corazón de cada uno de nosotros. Por esta razón nos invita a la reflexión personal para que identifiquemos aquellas cosas que nos causan fatiga y cansancio.

Él ha precisado unos enemigos espirituales en nuestra vida personal de los cuales necesitamos tomar control. Uno de ellos es el afán que se define como un deseo intenso de conseguir algo. Deseo intenso que mueve a hacer una cosa: afán de lucro, afán de protagonismo, afán por conseguir la victoria; trabajo excesivo y penoso.

En cierta ocasión, Jesús dijo: “No se preocupen por qué comerán o beberán, ni por qué vestirán” ¿No tiene la vida más valor que la comida, el cuerpo más que la ropa?” Mateo 6: 25

El afán es una carga que fatiga al ser y al espíritu. El afán trae cansancio, ansiedad, insatisfacción personal y familiar.

Jesús nos coloca en la frontera del Jordán invitándonos a respondernos a nosotros mismos quiénes son los cansados y trabajados a los que se refiere Jesús.

¿Podemos identificarnos con la invitación de Jesús? Existen algunas áreas en nuestra vida que necesitamos desarrollar para crecer más en nuestra relación con Dios.

En otra ocasión, Jesús pregunta a sus discípulos: “¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, por mucho que se afane, puede añadir una sola hora al curso de su vida?” (Mateo 6:27)

Podemos parafrasear a Jesús como “No vivan en estrés” porque de esta manera no lograremos desarrollar una familia sana en plenitud de vida.

Las cosas que causan estrés en la vida personal y familiar, afligen y roban la alegría del día que Dios nos ha regalado. Las cosas que ocupan tu mente en tu empeño de lograrlo todo te roban, sin que te des cuenta, unos momentos hermosos que son regalo de Dios.

El Apóstol Pablo, escribiendo sobre el tema a los Filipenses, dijo: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto ¡alégrense! Que su amabilidad sea evidente de todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:4-7)

La Palabra Divina nos invita a cultivar la alegría de la vida como antídoto al afán, al estrés de la actualidad. Nos brinda una herramienta para hacer más liviana la carga que llevamos. ¡Pásalo bien. Alégrate, sonríe, mira el lado bueno de lo que acontece a tu alrededor. Identifica las bendiciones. Ten una actitud positiva en las cosas que llegan a tu vida y a tu familia como regalo de Dios cada día!

Jesús nos invita a acercarnos a Él…. “Vengan los cansados y fatigados”. Vengan los llenos de estrés y cansancio. Pablo hace la misma invitación: “No se inquieten por nada, más bien en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios”. Tus proyectos compártelos con Jesús.

“Y den gracias a Dios”. Una manera de enfrentar el afán, de enfrentar el estrés, es aprendiendo a dar gracias a Dios por las cosas que nos concede. La carga se hace liviana si la compartimos con Dios.

El descanso es una propuesta de Jesús cuando dice: “Y yo los haré descansar”.

¿Que es el descanso? Es una pausa. Es recuperar fuerzas. El estrés nos impide pausar para recuperar las fuerzas. Descuidamos nuestro cuerpo y nuestra salud por cumplir con las cosas que hemos elevado al primer lugar de nuestras vidas y por encima de nuestra familia.

Se cuenta de un vecino durante la conquista del oeste que había viajado desde Inglaterra a la nueva tierra descubierta. Soñaba con tener una mejor vida para él y su familia. En su afán por lograr el sueño vendió todo lo que tenía para aventurarse en la realización del sueño. Llegó con su esposa e hijos a la tierra de los sueños. Una vez allí le preguntaron qué deseaba lograr.

El hombre había pasado unos días en la casa del amigo que le había invitado a venir y había notado la gran cantidad de tierras que tenía. Se propuso entonces tener más que su amigo. Las instrucciones para lograrlo eran que debía correr cuando dieran una señal y todo el camino recorrido durante la carrera sería su tierra.

Este hombre corrió y corrió sin mirar a todo lo que había alcanzado en su carrera hasta perderse. Una vez vencido por el cansancio de su carrera miró atrás a todo lo que había logrado y cayó muerto por el exceso de cansancio en la carrera. Al final, le tocaron dos metros de tierra para ser sepultado.

¿Qué estamos haciendo para recuperar las fuerzas perdidas en la carrera de nuestros afanes? “No te angusties por el día de mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas”. (Mateo 6:34)

En ocasiones nos enfrascamos en una carrera desenfrenada para lograr más de lo que otros han logrado exigiéndonos a nosotros mismos más de lo que realmente podemos. No nos detenemos para ver los logros alcanzados, vemos sólo lo que nos falta, lo que deseamos, lo que soñamos; y mientras eso ocurre, perdemos los detalles de las conquistas y los logros.

Jesús nos invita a depositar en él ese cansancio viejo que nos acompaña y que ha impedido que disfrutemos de nosotros mismos como personas y miembros de una familia. Es muy común decir todo lo estamos haciendo por nuestra familia y es correcto luchar y trabajar por ella. Pero es necesario también cobrar presencia familiar y cultivarnos como miembros de esa familia a la que pertenecemos.

¿Cuáles son las amenazas que nos impiden disfrutar del descanso que ofrece Jesús? El exceso de trabajo, el temor al fracaso, la angustia que produce el afán, esperar demasiado de uno mismo, la preocupación excesiva por el futuro.

Jesús nos hace una propuesta: “Aprendan de mí”. Es importante compartir con Jesús nuestras cargas pues él conoce nuestra capacidad y nuestra humanidad. Jesús nos legó un modelo muy especial para lidiar con el afán y el estrés. El afán se caracteriza por la falta de tiempo. La falta de tiempo desencadena otras situaciones adversas como el deterioro de la salud y de nuestro mundo afectivo. La falta de tiempo es un síntoma común del afán.

Haz partícipe a Jesús de tus miedos y temores de lo que nos acontece. Comienza a ser asertivo contigo mismo y con tu familia.

Modifica tus planes. En cierta ocasión Jesús salió para Jerusalén y en el trayecto dijo a sus discípulos que necesitaba modificar la ruta porque le era necesario ir a Samaria. Escribe en tu agenda personal tu cita en la Casa de Dios. Cambia el ritmo de tus rutinas.

Comparte tus emociones con los tuyos. Busca alguien con quien compartir tus emociones. Testifica, participa con los tuyos. Jesús compartía con sus amigos. Visitaba la casa de Marta y María, entró en la casa de Zaqueo el publicano, se sentó con la Samaritana, compartió con sus discípulos momentos especiales. Entró a la casa de Pedro. Lloró, rió, enseñó, caminó y acompañó a muchos.

Ordena tu espacio personal. Focaliza tus objetivos a corto y largo plazo. Jesús buscó momentos de soledad y silencio. Se apartó por momentos para cultivar su relación personal con el Padre. Busca momentos de familia casuales.

Acepta los obstáculos como desafíos para crecer. Cuando estés agotado, cambia de ambiente por un momento. Jesús sabía cambiar de ambiente. Lo mismo tomaba una siesta en la barca, que caminaba solo a la orilla del lago, se sentaba con sus discípulos o entraba en contacto con otras personas como Simón el leproso.

Es hora de iniciar una jornada distinta hacia el Jordán que separa tu pasado del futuro en Dios. Inicia una jornada hacia la tierra de provisión en la seguridad que ofrece la compañía de Jesús.

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