Getsemaní, una invitación para la reflexión familiar

Por Hna. Ruth Colón
Misionera IEUVA

Pasaje bíblico: Lucas 22:39-46

Para poder entender el pasaje bíblico del Getsemaní quiero invitarte a buscar en tu mente alguna experiencia de gran dificultad que hayas vivido. Cierra los ojos y toca cuáles son los sentimientos que afloran a tu memoria de esa experiencia.

Durante el estudio que hice como preparación para esta reflexión aprendí que Getsemaní en arameo quiere decir “prensa de aceite”. Éste era el instrumento que usaban para exprimir las olivas y extraer el aceite. Pensando en ese proceso que se sigue para extraer el aceite, ¿acaso podemos pensar que la experiencia que vivió Jesús en el huerto fue similar al que se sigue con las olivas?

El huerto de Getsemaní era un predio de terreno considerable, sembrado de árboles de oliva de 6 a 10 metros de altura. Probablemente pertenecía a algún conocido de Jesús que le permitía retirarse allí cuando Él lo deseaba. Digo que era un huerto privado pues en una de las versiones bíblicas que estudié en el evangelio de Juan leemos: “Jesús entró con sus discípulos”.

Conociendo la conversación que Jesús había tenido con sus discípulos antes de llegar al huerto, es lógico pensar que el estado de ánimo de todos se había alterado, hay sospechas, dudas, temor. El momento culminante para los discípulos llegó cuando Jesús les dijo: “Oren para que puedan soportar las dificultades que tendrán.” ¿Puedes imaginar cómo se sintieron ante esa sentencia? Los momentos de incertidumbre y desasosiego pueden causar angustia, especialmente cuando no queremos enfrentar lo que está pasando.

Leemos en otro de los evangelios que Jesús llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan. Aparentemente estos discípulos pertenecían al círculo íntimo de Jesús, pues también estuvieron con Él en el monte de la transfiguración. Con ellos sostiene un diálogo donde les revela cómo se está sintiendo: “estoy muy triste, y siento que me voy a morir, quédense aquí y no se duerman”.

Es el Jesús hombre que necesita compañía, apoyo, comprensión, aliento. Necesita que sus amigos estén alertas, vigilantes, a la expectativa. La gran interrogante es si ellos lo entendieron o si verían en Él un rasgo de debilidad que chocaba con sus expectativas.

Jesús se retira, se aleja para tener unos momentos a solas con el Padre. En el libro Meditaciones de la pasión, el Rvdo. Domingo Marrero Navarro (1950), escribió “El huerto es la antesala del calvario”. Es el drama del calvario desarrollándose alma adentro en el corazón de Jesús. Esto lo podemos ver en el versículo 42: “Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento!”

Recuerdan que al comenzar la reflexión les pedí que pensaran en un momento de gran dificultad que hubiesen experimentado y los sentimientos que esta situación les produjo. Ahora hagan un recuento basado en esa experiencia personal. Acércate a Jesús y siente su dolor, su quebranto.

Ciertamente, cuando Jesús aceptó la encomienda del padre, sabía a lo que se exponía. ¿Por qué Jesús está librando esa batalla? Es que ahora está viviendo en carne propia el peso del pecado de la humanidad. Había aceptado una carga muy pesada y la estaba viviendo en su carácter humano y no divino. Era necesario que la experimentara como ser humano para que pudiera entender nuestras cargas y los sentimientos que nos invaden en esos momentos. Para Dios, tuvo que haber sido un momento muy difícil, dejar a su hijo solo para que sintiera el peso de la responsabilidad que había contraído. Era difícil porque a ningún padre o madre le gusta ver sufrir a sus hijos.

Jesús se encuentra ante una batalla de gran magnitud. Es la lucha entre su humanidad y su compromiso como hijo de Dios. Jesús está en medio de la prensa, lo están exprimiendo, suda copiosamente, “su sudor cae al suelo como grandes gotas de sangre”. Pero en medio de esa lucha exclama, “pero que no suceda lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”.

Es momento de rendición, sumisión, sometimiento, acatamiento, obediencia, entrega. Jesús ha rendido su yo como reafirmación de su compromiso con el plan de salvación y la misión que lo trajo a este mundo. Está demostrando confianza en el plan perfecto de Dios que tiene todo bajo su control. En oración ha librado la gran batalla de su vida entre Jesús hombre y Jesús hijo de Dios, y ha salido victorioso.

El Jesús que se alejó de sus discípulos a orar, no es el mismo Jesús que regresa a ellos. A pesar de que las circunstancias no han cambiado, el ángel que Dios envió a Él le ha fortalecido. Ya no hay angustia, no hay tristeza, es un Jesús revestido del poder de Dios para en su humanidad tener las fuerzas para enfrentarse al escarnio, a la burla, al juicio, a la cruz.

Cuando Jesús llegó donde estaban los discípulos, los encontró durmiendo. La única explicación es que en su estado de negación están escapando de la realidad con que Jesús les ha confrontado. El sueño es una forma de escapar, inclusive se dice que es la antesala de la muerte. Muchas personas, cuando tienen problemas, no pueden dormir. Pero hay otras que no queriéndose enfrentar a la realidad buscan en el sueño una alternativa para no pensar. Eso probablemente les pasó a los discípulos.

Jesús vuelve a exhortarles, “oren para que puedan soportar las dificultades que tendrán”. El énfasis aquí es en la oración. Éste es el mecanismo mediante el cual podrían ellos, y tú, hacer frente a las dificultades.

¿Cuál es tu Getsemaní? ¿Cuál es ese momento de lucha que estás viviendo, que te exprime el alma y el cuerpo? Estás librando una batalla intensa entre la carne y el espíritu. Tienes dos opciones, te dejas vencer y le permites al enemigo que haga de ti un títere en sus manos o das la batalla como la dio Jesús, en oración, aferrándote a la mano del Padre y rindiendo a Él tu voluntad.

¿Quieres salir victorioso de tu Getsemaní? Confía, en medio de la batalla Dios envía al Espíritu Santo para que te ayude en tu debilidad. “Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el espíritu mismo ruega por nosotros y lo hace de modo tan especial, y sus ruegos van de acuerdo a lo que Dios quiere”.

Nunca te dejes vencer por las derrotas. En Cristo, por fe, ten la victoria.

Martes Santo 2010

4 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente reflexión. Busqué algunas reflexiones sobre este tema, pero esta fue la que me atrajo y me encantó. Dios le siga usando.

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias,increíble análisis,de mucha ayuda para mi espíritu.

Anónimo dijo...

ayuda

Unknown dijo...

Hermosa reflexión,Bendiciones desde la ciudad de mexico. Saludos y siga adelante con estos maravillosos estudios de nuestro hermoso Salvador.