Siembra para un pueblo que busca transformación

Por Rvdo. Carlos A. Cardona Marcano
Pastor IEU Villa Andalucía


Introducción

No hay aceite sin exprimir aceitunas, no hay vino sin prensar las uvas, no hay fragancia sin machacar las flores, y no hay gozo sin penas.

I. “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. Filipenses 4:11

El Apóstol Pablo afirma en la carta a los Filipenses que tenía la capacidad de estar contento en cualquier situación. En su proceso de transformación con el Señor:

1. Aprendió cómo echar las cargas sobre el Señor

2. Aprendió cómo permanecer a la sombra de las alas de Dios.

Como expresa el salmista: “El que habita al abrigo de Dios morará bajo sombras de amor”.

El proceso de aprendizaje es constante y las circunstancias a las que nos enfrentamos sirven como oportunidades para desarrollarnos. Pablo escribe en esta carta palabras universales para todos los tiempos: “He aprendido a contentarme”. En su relación con Dios estaba el resultado de una transformación personal.

Su vida estaba llena de desafíos diarios. Constantemente estaba enfrentando diversas situaciones que le ofrecían la oportunidad para crecer en su relación con Dios. En ocasiones las experiencias actúan como prensas que nos hacen sentir la fuerza que drena nuestro ser. Podemos experimentar desánimo en el proceso porque no sabemos cuál será el resultado de la circunstancia que enfrentamos. Sin embargo, es hora de afirmar nuestra fidelidad a Dios.

3. En el proceso de transformación es necesario afirmar nuestra fidelidad a Dios.

La transformación nos conduce a contar con los recursos de Dios. Dios tiene poder sobre todas las circunstancias que nos rodean, en todo momento.

La fuente de satisfacción en Pablo proviene de su dependencia divina. Él sabía que todos los recursos de Dios estaban a su alcance, a pesar del momento difícil que pudiera enfrentar.

Por este conocimiento se distingue el siervo de Dios. El Señor tiene control de lo que acontece en nosotros. Solo Él sabe el producto final. El aceite de olivo es el producto de la prensada que ha transformado la aceituna. El producto es delicioso y saludable, duradero.

De esta misma forma, Pablo contaba con la fortaleza de Dios y con los recursos de Dios. El proceso de transformación no se ciñe a un tiempo limitado.

II. “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que así mismo hemos sido llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”. Colosenses 3:15

¿Cuál es la situación que vives en este momento? ¿Puedes dar gracias a Dios? Pablo devuelve su proceso transformador en uno de estímulo para los lectores de la carta a los Colosenses.

4. Pablo dice que uno de los elementos de la transformación es el corazón en paz.

Es posible la paz a pesar de la circunstancia que enfrentas. Puedes entregar tu situación a Dios y descubrir que el proceso en que estás es de transformación divina.

5. El resultado es ser agradecidos. Cuando descubrimos el proceso entonces damos gracias a Dios por él.

La gratitud entiende que Dios es soberano y que sus caminos no son los nuestros. Habrá momentos en que no entenderemos el proceso, porque sólo Dios tiene el secreto de la receta que trabaja en ti. La prensada es fuerte y en la primera el aceite es virgen, con más sabor, color y aroma. La oliva devuelve con gracia en la prensada su mejor expresión de gratitud. Se manifiesta como un producto que ofrece salud, que puede ser bálsamo y antibiótico natural, cosa que no puede hacerlo en su expresión como fruta.

Es importante ser agradecidos como una expresión del alma, que por encima de la prensada de la vida podemos dar lo mejor de nosotros y ofrecerlo en gratitud para otros.

6. La gratitud afirma nuestra confianza en el Señor de todas las cosas.

La acción de gratitud transforma lo que toca con su presencia. Es gustativa a nuestra vida espiritual.

El aceite enriquece lo que toca con su presencia, así mismo el apóstol enriquecía con su presencia. Sus marcas de la vida no le impedían dar lo mejor para el Maestro.

III. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13

¿Cuál es la fuente de poder que brinda toda esa gracia transformadora en nuestro ser? Pablo dice: TODO lo puedo en Cristo que me fortalece.

Todo significa: La cosa entera, entero, totalidad.

Es importante ver la necesidad de transformación en la totalidad en nuestro ser.

Puedo transformar TODO mi ser. Cristo puede cambiar TODA mi vida. En Cristo puedo recibir TODA su presencia. En Cristo puedo experimentar dirección, poder, paz, amor en todo mi ser. La posibilidad de dar está sujeta a la experiencia de la transformación para una vida plena como la de Pablo.

El poder de Dios es ilimitado y en su gracia derrama sobre nuestra debilidad el poder para transformarnos en instrumentos de bendición para otros. La fortaleza del Señor es sobre nosotros en el proceso, no importa cuál sea el proceso que enfrentemos. La mano de Dios sabrá colocarnos en la medida justa y agradable a Dios para nuestro beneficio. Con la ayuda de Dios podremos dar lo mejor si distinguimos la mano de Dios en nuestros procesos personales. Dios sabrá darnos una experiencia transformadora y en ella alcanzaremos la bendición para ser de bendición a otros.

Dios nos fortalece, nos da vigor, nos confiere el valor para soportar la adversidad, para resistir; nos da el valor para sostenernos en el proceso transformador. El Señor nos da el estímulo para saber que el producto será mejor que el proceso. Entonces entenderemos que su mano nunca nos abandonó, que su presencia siempre nos acompañó y su espíritu nos bendijo con gracia y poder.

Sé como el olivo que brinda su fruto para ser transformado y se mantiene erguido para seguir ofreciendo nuevos frutos.

Sé como el fruto del olivo que brinda lo mejor de su esencia al ser prensado y no resiste el proceso transformador hasta ser cambiado.

Sé como el fruto de la prensada, que al sufrir la transformación cambia el sabor de las comidas y con su presencia llena de alegría lo que toca.

Sé agradecido, y en el proceso de la vida donde te encuentras, llena de paz tu alma al saber que Dios está en control de lo que acontece y sabrá darte ese toque de vigor y de fuerza.

Fortalécete en tu debilidad con la ayuda del Espíritu Santo de Dios y mantén firme tu propósito en Dios con fidelidad. ¡Adelante! Lo que te acontece es el proceso de transformación, de cambio para bendición.

Brinda una vida plena. Ofrece salud como el olivo. Yérguete frente a Dios y levanta tu alma en espera de la lluvia de bendición.

Recuerda, el proceso de trasformación en que te encuentras es sólo una parte importante para llegar a convertirte en un ser mejor en el Señor.

Alégrate, y dile a tu alma, alégrate en Cristo que nos fortalece. Ampárate en las alas de Dios y cúbrete con su presencia protectora.

Dios te bendiga, te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti, y te dé paz. Amén.

13 de enero de 2008

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