Voz de un amor que siembra pasión y libertad


Por Rvdo. Carlos A. Cardona
Pastor

Lectura bíblica: Mateo 21:1-11; 12-15

Introducción

Todas las cosas son diferentes cuando hay pasión, pasión para adorar a Dios. La pasión nos compromete con el trabajo o la labor que realizamos. Jesús tuvo pasión para trabajar en el establecimiento del Reino de Dios. Jesús tuvo pasión por rescatar al ser humano de sus pecados.

La pasión se define como una inclinación vehemente del ánimo, acompañada de estados afectivos e intelectuales, especialmente de imágenes y sueños, y potente para dominar la vida del espíritu.

La pasión por hacer la voluntad del Padre llevó a Jesús a entrar a la Jerusalén de todos los individuos.

La pasión de Jesús lo condujo al Templo para limpiar el lugar de adoración a Dios. Entró al atrio donde se ofrece el sacrificio a Dios y donde se devela el corazón humano ante el Señor.

Jesús se dirige hacia el lugar donde lo humano y lo divino se confunden en un abrazo celestial para ayudar a la humanidad a redescubrirse a sí misma.

El objeto de la pasión de Cristo es el ser humano. Jesús llega a su Casa para encontrarse contigo.

Descubre el propósito de Dios para tu vida

La entrada de Jesús en Jerusalén marca el acercamiento que Él tiene en nuestras vidas. Es importante descubrir que el objeto del amor de Dios somos nosotros. Su misericordia se viste de ternura y emprende el viaje hasta nosotros buscando nuestra redención.

Al igual que al entrar a Jerusalén, Jesús se acerca a nosotros con la determinación de entrar al lugar donde hacen falta cambios y afirmación del ser. La ciudad pregunta: ¿Quien es éste? Asimismo es necesario que contestemos esa pregunta en nuestro interior. Es necesario que distingamos la figura del Maestro y que reconozcamos quien es Él para nosotros.

Es importante distinguir al que se acerca a tu ciudad para que le abras las puertas del alma y Él pueda entrar. Quizás no conozcamos plenamente a Jesús de Nazaret, pero aun así se acerca a nosotros porque Él sí nos conoce.

Jesús quiere entrar a tu ciudad portando como bandera la paz. Quiere entrar con ternura y delicadeza. Sin embargo, en ocasiones confundimos ternura con debilidad, pues las gentes prefieren que sus lideres sean fuertes y con autoridad.

Necesitamos reconocer la ternura de Dios para hallar el camino correcto en nuestras decisiones. La ternura de Jesús mueve el corazón al verle en su afán de llegar hasta nosotros. Jesús conoce bien cómo nos sentimos en esta hora de nuestra vida y sabe muy bien lo que necesitamos. Jesús quiere entrar para darnos la esperanza de la salvación y del amor de Dios. Él se acerca manso, humilde y con la determinación de darnos entrada a su reino celestial.

¡Él es el Bendito Dios! ¡Él es el Unigénito del Padre! ¡Él es el Cristo, el Hijo del Dios Viviente! ¡Él es la Salvación del Mundo! ¡El es nuestro Redentor!

Jesús descubre el propósito de su pasión y el porqué de su llegada a nosotros

Poco después de su entrada a Jerusalén, Jesús se dirigió al Templo, eje de la vida cotidiana y centro de adoración del pueblo judío. Estando allí, Jesús volcó las mesas de los que cambiaban y los que vendían conciencias de adoración falsas.

Es necesario que Jesús vire tu orden cotidiano y ponga un nuevo orden en tus cosas. Deja que vuelque tu mesa donde tienes puestas todas tus esperanzas y le dé una nueva dirección a tu vida.

Es importante que todos tus asuntos tengan un nuevo sentido espiritual. Quita la mesa de las posibilidades materiales y personales y deja que Jesús voltee todo lo que está en ti y establezca el orden que tiene pensado para tu vida.

No le des más importancia a la mesa donde has puesto todas tus esperanzas. Deja que Jesús vuelque y limpie lo que hay en tu mesa.

Su acción aparentemente violenta es señal de la pasión del Bendito por ti. Recuerda: tú eres el objeto del amor de Dios.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Jesús entra para tomar dominio y señorío de tu corazón, que es el objeto del amor de Dios. Jesús quiere tomar dominio del lugar neurálgico de la vida del ser humano. Él sabe que su llegada será motivo de cambios importantes en todas las áreas de la vida. Cuando un corazón es visitado por Jesús palpita de manera diferente, se llena de luz y nada queda oculto. La llegada de Jesús mueve a un auto examen de conciencia y de intención.

Piensa por un instante en quienes constituyen en este momento los reyes de tu corazón. Examínate e identifica las causas que te llevan al estado espiritual en que te encuentras. Es importante abrir las puertas a Jesús y recibirle en nuestro ser con la esperanza y la seguridad de que su entrada dará un giro nuevo a nuestra vida. Jesús conoce los reyes de tu corazón y los identifica desde lejos. Su llegada es la oportunidad de Dios para una vida diferente.

Jesús quiere limpiar tu corazón de todas aquellas cosas que te alejan de Dios y no permiten tu desarrollo espiritual. Jesús quiere limpiar tu corazón, tu alma, tu ser entero. Jesús quiere entrar para que se cumpla en ti la voluntad del Padre.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Jesús quiere sacar fuera de ti estados de ánimo negativos, las frustraciones y las penas, las cargas y las desdichas. Él desea sacar fuera de ti las interferencias que impiden tu comunión con Él. Deja que el Nazareno quite de ti y eche fuera aquellas cosas que has mantenido en tu mente y que compras y vendes diariamente. Deja de comprar pesimismo, pesadez, olvido, desánimo, y aquellas cosas que has perpetuado en ti y no quieres desprenderte de ellas.

Es hora de que Jesús venga a tu corazón y limpie tu dolor, tus lágrimas, tu quebranto y tu alma. Recibe el perdón de Dios en esta mañana. Es hora de entronar a Jesús en tu corazón, en tu mente y en tu alma. Es hora de bendecir a Dios.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por poner esto aqui. En ocasiones necesitamos re-asegurarnos de que Dios tiene el control y el poder de nuestras vidas, solo si le damos esa entrada a nuestro corazon.

Thay An Marie