Somos pueblo de Dios que cosecha restauración emocional



Por Rvdo. Carlos A. Cardona
Pastor

Lectura bíblica: Job 29:1-20

Introducción

En el proceso de la limpieza de nuestras casas hacemos hallazgos que nos sorprenden. Así mismo, cuando reordenamos nuestros pensamientos, hacemos hallazgos importantes.

Tengo en mis manos una raíz que puede estar guardada por algún tiempo. A veces pensamos que las raíces están muertas y que no volverán a salir o a retoñar. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, vuelven a mostrar signos de vida.

En ocasiones nuestro baúl está lleno de raíces diversas: tristeza intensa, ansiedad, desmotivación, aislamiento social, baja auto estima, negativismo, insatisfacción, rigidez emocional y espiritual.

En algunos momentos de nuestras vidas, podemos pasar por alto las raíces que guardamos y moverlas de un lado a otro viviendo con el baúl a cuestas. Job luchó contra una tristeza intensa en su interior, libró una batalla campal que lo llevó a experimentar el sentimiento de abandono.

Job se considera abandonado de todos y habla consigo mismo. En su monólogo analiza su experiencia comparando su pasado glorioso con su miseria presente para someterse a un examen de conciencia. Hace memoria de sus días buenos, cuando era considerado por todos como una persona próspera. Piensa en los momentos en que todos lo admiraban y se sentía bien consigo mismo.

Cuando las cosas marchan de manera contraria al trabajo que realizamos y el fruto escasea, caemos en el foco de tension, sufrimos una transformación en la manera de ver las cosas.

La cultura influye en nuestras emociones: la sub- cultura familiar influye en el manejo de nuestras emociones. Se establecen pautas ante situaciones específicas. Las emociones y la fe entran en conflicto.

Job fue un hombre cabal y recto, temía a Dios y se apartaba del mal. No fue perfecto como nos presenta el relato poético de su existencia y su lucha contra las trivialidades de la vida.

Job enfrentó a los amigos que le aconsejan. Emocionalmente enfrentó una batalla sin igual; desafió lo lógico con lo ilógico y se mantuvo firme a pesar de los vaivenes de la vida. Sufrió una enfermedad que destruyó su cuerpo aunque su pensamiento y razón quedaron intactos.

Recientemente, una situación similar vivió la ex rehén colombiana Ingrid Betancourt antes de ser liberada. En la selva colombiana había sufrido una transformación emocional y espiritual. Enfrentó la pérdida de sus hijos e hijas, perdió su fortuna, sus amigos y la comunidad la juzgaron mal, su cónyuge entra en un trato hostil.

El testimonio de Ingrid Betancourt, así como el de Job, es impresionante. El temor a Dios era la fuerza de sus vida. Su piedad no se limitaba a determinados sectores de la vida. Por el contrario, la piedad dominaba todo su ser.

Dios llamó a Job “mi siervo”…. En su crisis emocional descubrió que Dios es la fuerza determinante para lograr salir adelante.

La ansiedad y la desmotivación, dardos del enemigo de Dios

Job luchó contra las fuerzas malignas que buscan quitar la paz interior y llenarnos de ansiedad y desmotivación. El maligno ofrece el traje de la desmotivación sutilmente y lo coloca frente a nuestra mirada para que optemos por él. Convierte nuestro pensamiento en un recipiente de basura de las miserias existenciales.

La pérdida de la familia es un golpe emocional demasiado fuerte. La ansiedad se convierte en incertidumbre. Lloramos en momentos cuando deberíamos estar alegres. El pensamiento se diluye robándonos el tiempo precioso de Dios para ponernos de pie con su ayuda y su poder.

Cuando atravesamos momentos difíciles los amigos buscan respuestas a nuestra situación, justifican o condenan el resultado de nuestro presente. Esa sensación nos crea ansiedad y nos hace experimentar soledad y desmotivación por las cosas de la vida.

En milésimas de segundos entramos en los laberintos de la memoria, y en medio de billones de opciones, construimos cadenas de pensamientos negativos. Damos respuestas contrarias a Dios, como soluciones a nuestra situación.

Job enfrentó su situación con visión, le dio un toque de Dios a sus emociones. Permitió al Creador entrar en ese laberinto del ser para hallar dirección en su vida.

Es importante que Dios sea parte de tu pensamiento. Es importante reconocer que Dios puede ayudarnos a dominar nuestras emociones. La ansiedad nos lleva por laberintos peligros, acompañándonos con la desmotivación.

En medio de un ambiente de pérdidas y rechazo, Job expresaba un ardiente anhelo por la vida. ¿Cómo fue esto posible? Usó todas sus células cerebrales para decirse a sí mismo cuan grande es Dios.

Aunque mi padre y Madre me dejaran, yo sé que mi Señor me recogerá. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón. Aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado en mi Jesús.

Job desarrolló un buen antídoto para la ansiedad y el aislamiento: interactuaba con Dios, dialogaba con Dios, desarmo su rigidez, hablaba con sus amigos a pesar de las posiciones de estos, navego dentro de sí mismo en busca de salida, enfrentó el dolor con osadía y dignidad y lo utilizó para pulir su alma.

De esta experiencia de Job, aprendemos que hay sembrar para cosechar la restauración emocional. Hay que hacerlo estableciendo una relación real y personal con Dios, alimentando el pensamiento con el poder Dios, comenzando a mirar las cosas pequeñas para encontrar en ellas a Aquel que es grande, desarmando la rigidez de los pensamientos, enfrentando la situación como una oportunidad para ver la gloria de Dios en nosotros y gastando tiempo no en lo que da lucro, sino en lo da salud emocional.

Identifica las verdaderas raíces de bienestar que posees en el baúl

Vístete de justicia y cúbrete con ella. Tu futuro no puede ser más amargo que tu presente.

Desarrolla tu sensibilidad, sé afectuoso, sé un observador creativo.

Filtra los estímulos estresantes.

Identifica la capacidad creativa para combatir tus momentos de déficit emocional con lecturas de altura.

Lee la palabra divina y escribe una notita, algún pensamiento que puedas repetir luego.

Busca en tu baúl los sueños perdidos y cultívalos, impide que las ideas negativas ordenen tu mente.

Piensa antes de reaccionar a tus impulsos.

Rompe tu cárcel emocional con el poder de Dios. Sé flexible contigo mismo. Puedes fallar eso no implica que Dios te dejará de amar.

No sufras por adelantado, Jesús cenó y cantó antes de subir a Getsemaní.

Abre tus ventanas de la memoria y piensa en todas las posibilidades que Dios te brinda.

Sé auténtico y sociable.

Convéncete a ti mismo de que Dios está contigo y te escucha, te ve y te acompaña.

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