Somos pueblo de Dios que celebra el fruto del Espíritu que es amor


Por Hna. Ruth Colón

Lectura bíblica: Efesios 4: 11-16

Escuchar la palabra accidente evoca en uno pensamientos negativos. El diccionario define accidente como un suceso eventual, que altera el curso regular de las cosa. Filosóficamente hablando es algo que no existe por sí mismo, que no tiene naturaleza propia, que no tiene sustancia o esencia. Por consiguiente, cuando le dicen a alguien “tú has sido un accidente en mi vida”, lo que tratan es de menospreciar a esa otra persona y desvalorizarla como ser humano.

Si alguna vez alguien te ha hecho sentir de esa manera o tu autoestima se encuentra menoscabada, quiero decirte que tú no eres un accidente. Dios te concibió con un propósito y el Señor lo cumplirá. Puede ser que tú hayas vagado por esta vida con un propósito en mente, que hayas tenido metas y sueños o sencillamente hayas vegetado, sin rumbo y sin esperanza. Pero estás aquí porque a Dios le plació llamarte y por eso hoy el pueblo de Dios celebra.

Todos los seres humanos son criatura de Dios, porque son parte de su creación, y por ese nacimiento son parte de la familia humana. Ahora, sólo son hijos de Dios, y pertenecen a la familia de Dios, aquéllos que han nacido de nuevo al aceptar a Jesús, como su salvador.

¿Por qué Dios te ha llamado? Sencillo, porque te ama. Esto puede ser difícil de captar, pero es confiable. Tú eres especial para Dios, porque eres parte de un plan divino. Es importante conocer cuál es ese propósito de Dios contigo para que tus metas y sueños estén en la misma frecuencia de Dios. Un trozo de la poesía de Russell Kelfer lee: “Eres quien eres por una razón, la vara del Maestro te formó, eres quien eres, por amor, la verdad ¡hay un Dios!”

Por eso, como pueblo de Dios, celebramos el fruto del espíritu que es amor.

¿Para qué te ha llamado Dios? Ya hemos dicho que Dios tiene un propósito contigo, aún cuando tú no tengas claro cuál es. Dios está trabajando en el mundo 24/7. Cierto que hemos aprendido que en seis días Dios hizo todas las cosas y el séptimo día descansó. También hemos aprendido que uno de los mandamientos es que guardemos el día de reposo. Dios es sabio y reconoce que el ser humano tiene que descansar. Pero como todos no descansamos a la vez, Dios puede trabajar 24/7gracias a todos los colaboradores que tiene.

Y para eso te ha llamado Dios, para ser integrante no sólo de su familia, sino también para ser parte de su equipo de trabajo. Para ello Dios tiene un “patrón de personal”, o lo que en inglés se conoce como un “staffing pattern”. Pablo nos deja saber cuáles son algunos de esos trabajos que Dios ha incluido en su plantilla organizacional. En Efesios 4:11-13 leemos, “constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…” Recordemos que esa organización correspondía a los tiempos en que la iglesia se desarrollaba.

Toda organización que permanece en el mundo competitivo en que vivimos tiene que evolucionar para llenar las necesidades de la población a la que sirve. La Iglesia como organización no es diferente. Así que la plantilla de la Organización Celestial ha ido desarrollándose para atender a los necesitados y por eso requiere de obreros que suplan distintos tipos de servicios, pero todos son igualmente importantes. En tu hoja de deberes como cristiano tienes un ministerio y una misión. El ministerio es el servicio que prestas a los creyentes y tu misión es el servicio que ofreces a los no creyentes.

Diversas versiones bíblicas sustituyen la palabra “constituyó” en el pasaje bíblico por “le dio capacidades” (Versión de Lenguaje Sencillo), “¿Dónde están sus dones?” (Versión Latinoamericana). Esto implica que Dios te ha dado unas capacidades, unas destrezas, unos conocimientos y unos dones para que los pongas al servicio de Dios y de tus semejantes. Si perteneces a la familia de Dios y a su empresa, el servicio es obligatorio y no tienes opción. Claro, Dios te ha dado libertad para decidir, por lo que te puedes convertir en un desobediente, o hasta en un desertor…pero eso tiene consecuencias negativas, las cuales te garantizo que ninguno desearía experimentar.

El apóstol Pablo concluye el pasaje señalando que: “Cristo es quien va uniendo a cada miembro de la iglesia, según sus funciones, y hace que cada uno trabaje en armonía, para que la iglesia vaya creciendo y cobrando más fuerza por causa del amor”.

Comenzamos diciendo que Dios nos llamó porque nos ama, porque Dios es amor. Si nosotros somos hechos a imagen y semejanza de Dios, entonces el amor es una parte característica de nuestro ser. El amor es el hilo conductor que nos une como familia y como parte de la empresa de Dios. Por eso, como pueblo de Dios, celebramos el fruto del Espíritu que es amor, para que la obra aquí en Villa Andalucía siga creciendo.

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